VI Marcha del Jarama
76º aniversario de la batalla del Jarama
6ª marcha del Jarama 16-febrero-2013
Soledine y Jean Paul Chantereau, de ACER, delante del monumento a las BI. Foto A. Torrico
Una temperatura tenuamente cálida anunciaba a las 10 de la mañana que las más de 300 personas reunidas entre el Restaurante El Alto y la fábrica de Portland Valderrivas iban a pasar una jornada especial.
Y, efectivamente, la larga serpiente de paseantes inició la marcha con tesón y alegría. De hecho era una columna internacional: 60 británicos, 55 irlandeses, 20 franceses, varios norteamericanos, italianos y alemanes daban una fuerza intensa a una marcha en la que podían verse gente de todas las edades: papás con sus niños, jóvenes y esa gente mayor que no desmaya en su lucha resistente y que sigue viendo en la lucha de los internacionales un ejemplo a seguir.
Este año la ruta se centró en los lugares donde luchó la XIV BI entre los días 14 y 27 de febrero. Fueron unos combates intensos que David Loriente, el guía de la marcha, supo describir y narrar con maestría. La columna siguió aproximadamente la misma ruta del ferrocarril del Tajuña y llevó a los paseantes a visitar dos enclaves espaciales: las trincheras y fortines situados al sur de la fábrica de Valderrivas y las primeras trincheras excavadas por el batallón Lincoln.
El paseo satisfizo las expectativas y llevó a los más de 300 participantes (Eddie O’Neill nos corrige el dato y dice que había, al final, unos 500) a rendir tributo a los combatientes de la batalla en el gran monumento de Chirino dedicado a las Brigadas Internacionales. Pero antes del acto oficial los paseantes fueron gratamente sorprendidos por los compañeros del Partido Comunista de Getafe y Pinto que, como otros años, ofrecieron la megafonía y el avituallamiento: vino, naranjas y bocatines que endulzaron los sudores y las penas, si las hubo, de la larga caminata de 7 km.
Y luego llegó el homenaje, iniciado por los compañeros de ACER (Amigos y combatientes de la España republicana) que recordaron a sus compañeros franceses (más de 10.000, la aportación más numerosa) que lucharon en todas las Brigadas Internacionales con, en general, alto espíritu de sacrificio. A continuación Marisa González, venida de Valencia, leyó un poema escrito por el voluntario norteamericanos Edwin Rolfe: Elegía por nuestros muertos. Especial relieve tuvo la canción compuesta por Enrique Díaz y dedicada a marcar la memoria de la batalla y de sus luchadores. Enrique la interpretó acompañado de un ravel que sonó como un grito de dolor y rabia en aquella colina junto al valle del Tajuña. La Internacional, cantada en varias lenguas y versiones, coronó aquel homenaje en el que los combatientes estuvieron representados por cuatro veteranos: lJoseph y Vicent Almudéver, brigadistas, acompañados por Juan Antonio Mayoral y José Villalba, a quienes acompañaba Luz Alonso, una joven antifascista durante la guerra y después.
Luz Alonso, José Villalba, Juan A. Mayoral, Salvador Bofarull, Joseph y Vicent Almudever. Foto Bern Kolter
A las 2:30 de la tarde se procedió a la inauguración, en el Museo de la batalla del Jarama, de la segunda estatua hecha por Goyo Salcedo a base de material bélico encontrado en el campo de batalla del Jarama. La idea responde de forma genial a la intuición que Tom Wintringham (el “Capitán inglés” del batallón británico) expresó en su poema “Monumento”:
Recoge entonces, bajo el profundo cielo, todos estos metales y fúndelos; toma unos trozos de tierra y mézclalos; añade algunas balas y los recuerdos de la muerte… Habrás ganado la victoria, pueblo de España…
El año pasado, durante la 5ª marcha del Jarama, fue inaugurada la primera estatua a un soldado desconocido que Goyo Salcedo denominó “Tributo desgarrado en metralla del Jarama“. Durante el acto el nieto del poeta, Nils Wintringham, leyó el poema de Tom.
El autor, Goyo Salcedo, con su segunda obra: Guerra. Cuerpo de mujer. En una sala del Museo de la Batalla del Jarama. Foto de Oscar Rodríguez
Goyo explicó que esta nueva estatua está dedicada a las víctimas civiles de la guerra, las mujeres y niños que sufrieron los bombardeos de la Legión Cóndor y de la Aviación Legionaria italiana en Madrid, Guernica, Barcelona y también en Morata de Tajuña. Y, efectivamente, se trata de un torso de mujer sin cabeza y sin brazos, toda una alegoría ajustada de la barbarie fascista. La labor histórica y memorialista que Goyo hizo al crear este museo –una labor titánica hecha con su esfuerzo, sin subvenciones de ningún tipo, pero con el apoyo de Pilar Atance, dueña del Mesón el Cid que le cedió el local– ha sido completada por estas dos aportaciones artísticas que dan más fuerza y aliento aún a las humildes salas del museo. Invitamos a todo el mundo a visitarlo e incluso a seguir apoyando su extensión y enriquecimiento bien con nuevos documentos o materiales, o bien con las necesarias ayudas económicas para continuar y expandir este hermoso proyecto.
Homenaje a los centenares de víctimas de la batalla enterrados en el cementerio de Morata de Tajuña
Tras una comida de hermandad en el Mesón el Cid, saturada de emociones y alegría, los más de 200 “cofrades” acudieron al cementerio de Morata de Tajuña, a rendir homenaje a los casi 3.000 republicanos españoles e internacionales muertos durante la batalla. Estaba presente el recuerdo de François Mazou, el voluntario francés del batallón Six Fevrier que por primera vez inició una lucha obstinada por rescatar la memoria de lo que el llamó “los olvidados del Jarama”. Finalmente lo consiguió, cuando en 1994 se erigió una placa memorial en el lugar del cementerio donde fueron arrojados con saña, tras la victoria franquista, los restos que habían sido depositados con respeto y dignidad durante aquel mes de febrero de 1937.
El recuerdo fue también para Bob Doyle, que contribuyó de forma decisiva al acudir al expremier británico, el conservador Mr. Heath, para que intercediera ante la refractaria actitud de los gobiernos socialistas a atender aquella solicitud. Fue además este brigadista irlandés quien, en 2003, inició las conmemoraciones anuales del Jarama que ahora se han convertido en una marcha anual que crece en cantidad e intensidad.