Últimos combates de las Brigadas Internacionales
En este artículo volvemos a utilizar, como hicimos en el mes de Julio, un capítulo de Soy del 5º Regimiento, la legendaria obra de Juan Modesto. Al final pondremos el testimonio de un miembro del batallón Rakosi proporcionado por nuestro amigo Jeremi Galdámez, de la asociación polaca de amigos del batallón Dombrowski.
Final del 4º contraataque franquista (3-12 de septiembre de 1938)
Los combates del día 7, que se desarrollaron en el curso de toda la jornada y de la anterior en el estrecho frente de la carretera general donde las fuerzas de la 9ª brigada ocupaban la defensa en la cota 424 de las estribaciones de Lavall de la Torre, terminaron sin que el enemigo diera un paso adelante… El mismo día 7 tomé la decisión de crear un sector independiente entre los Cuerpos V y XV, encargando de su mando al jefe de la 35 división [Pedro Mateo Merino] y dándole el nombre de dicha unidad. A partir del mediodía le fue encomendada la responsabilidad de la defensa en la dirección del cruce de Camposines, en el frente carretera general, incluida la cota 565. Puse a su disposición el batallón especial del Ejército y ordené al jefe de artillería que atendiera con preferencia las peticiones de fuego del mando del “Sector 35 división”. Finalizó la jornada del 7, que había amanecido tan fea, con una defensa sólidamente organizada al Sur de Camposines, con éxitos tácticos locales de gran importancia. Incluso se hicieron unas decenas de prisioneros.
Los días 8, 9, y 10 prosiguieron los combates en todo el frente. Al Sur de la carretera los ataques enemigos, partiendo de las cotas 565, 561 y 424, en los descensos de la Sierra de Lavall de la Torre, fueron contenidos.
Mejor aún, nuestras fuerzas arrebataron al enemigo, con sus breves y enérgicos contraataques, la cota 424. En ella se hicieron una cincuentena de prisioneros, entre ellos un sargento que informó, confirmando nuestras apreciaciones.
En el centro de la carretera nuestras fuerzas pisaban el km. 451,5. Al Norte de éste, ocupaban sólidamente la cota 287. En el flanco Sur del XV Cuerpo, el enemigo desplegó ataques de gran violencia contra las unidades de la 45 división, sin resultados importantes. Desde que se marchó Victori, era comisario de la división José Sevil, que tenía la experiencia combativa de toda la guerra y del V Cuerpo. Al final de esta jornada propuse a la 35 división para que fuera galardonada, por sus muchos méritos, con el “Distintivo de Madrid”, y a sus tres brigadas, con la Medalla del Valor. Al jefe de la división, comandante Pedro Mateo Merino, le propuse para el ascenso al grado superior.
El enemigo puso fin el día 10 al cuarto contraataque operativo, aunque prosiguió sin interrupción la actividad de su artillería y aviación. Entre este contraataque y el próximo habría un intervalo de 9 días, lo que revela él desgaste que sufrió en el curso de los combates pasados. Nuestras fuerzas siguieron en las posiciones anteriores, con la ligera flexión producida en el centro de nuestro dispositivo y que ha quedado expuesta más arriba.
El 5º contraataque (19-25 de septiembre)
Tendría como eje, igual que el anterior, la carretera Gandesa-Cruce de Camposines. En él se registró la presencia de nuevas unidades enemigas como la 5ª división navarra, entre otras. El dispositivo que adoptó el Ejército del Ebro en la cabeza de puente fue el trazado en mi Orden de Operaciones n° 12 del 17 de septiembre:
Sector del XV Cuerpo
La 44ª división (cuyo jefe y comisario eran, respectivamente, Ramón Pastor y Tomás Expresate)
La 3ª división, a caballo sobre el camino vecinal de la Fatarella a Villalba, enlazando al S. con
La 45ª división que cubría las estribaciones de la Sierra de la Fatarella, con la cota 356 inclusive. El otro flanco de la 45 enlazaba con el sector de la 35 división, unos 800 metros al N. del kilómetro 451.
La 42ª división en reserva, inclinada hacia el flanco S. del dispositivo del XV Cuerpo.
El “Sector de la 35ª división”, con dos brigadas y el batallón de ametralladoras del Ejército en línea, y otra brigada en reserva cubriendo la carretera general y las estribaciones N. de la Sierra Lavall de la Torre y del vértice Caballs.
Sector del V Cuerpo
La 43ª división, desde las alturas de Caballs que parten de dicho vértice al S., hasta la carretera Gandesa-Pinell y alturas de Pandols.
La 11ª división desde las estribaciones de Pandols hasta el río, sobre la margen izquierda del Canaletas al S. de Pinell. En reserva del V, la 46 división, sensiblemente orientada al S. del dispositivo del Cuerpo.
La táctica del enemigo en las jornadas consistió en el empleo del material bélico de una manera aún más acentuada que antes. El mando enemigo buscaba la solución del problema estratégico que le habíamos creado y seguía teniendo planteado: reducir la plaza de armas republicana en la orilla derecha del Ebro, empleando toneladas y toneladas de proyectiles y bombas que perseguían el aniquilamiento de la defensa y que, en muchas ocasiones, cambiaban la fisonomía del terreno.
Día 19: al amanecer las unidades del Cuerpo Marroquí iniciaron este contraataque sobre las unidades de la 45ª división, al flanco izquierdo del XV Cuerpo, en la dirección prevista en mi citada orden de operaciones, por el valle de Villavert–Partida de Fanjuanas. Cerca de 40 horas ininterrumpidas en los días y noches del 17 y 18 de septiembre había durado la preparación de su artillería y aviación. El esfuerzo de la infantería enemiga, cubierta en sus movimientos y apoyada en sus acciones por los medios habituales, estaba dirigido a la conquista de las cotas 426 y 429. Pero la jornada terminó sin ningún cambio. Los ataques de las divisiones 5ª navarra y 152ª, que iban en primer escalón, no les dieron el objetivo perseguido.
Día 20: La firme resistencia de las unidades de nuestra 45ª división hizo que el enemigo desistiera de sus ataques a la cota 426 y concentrase su esfuerzo principal en la conquista de la 496. Ese día, el fuego de artillería y los bombardeos aéreos, que se prolongaron durante 7 horas (desde las 6,00 hasta las 13,00), redujeron el nivel de la cota 496, quemando en ella hasta los últimos rastros de vegetación y convirtiéndola en un campo desolado. Sólo de ese modo pudo ocuparla el enemigo, que prosiguió su acción con la misma intensidad sobre la cota 477, coronada por sus tanques al final de la jornada. El mando del XV Cuerpo ordenó un contraataque para recuperar ambas cotas, situando la 227 brigada de la 42ª división ante los km. 4–6 del camino vecinal Fatarella–Camposines.
Día 21: apenas amaneció el enemigo atacó simultáneamente nuestras posiciones (45ª división) en las cotas 377 y 356 y, más al Sur, las de la cota 287 y del Molino Farriols, defendido por la 35ª división. Logró ocupar la cota 377 en el sector de la 45 división. En el sector defendido por la 35 división, los combates se prolongaron toda la jornada sin cambios en la situación táctica. Los numerosos ataques a la cota 287 fueron rechazados. Al Sur de la carretera la actividad enemiga y propia se desarrolló en torno al Molino de Farriols. Cada ataque enemigo encontró, además de una tenaz resistencia, la réplica correspondiente de las unidades de la 35ª división. Hacia la medianoche, un golpe de mano de la XIII brigada sorprendió al enemigo, cogiéndole varios prisioneros, entre ellos un sargento del regimiento” América” de la 1ª División navarra. Esta había venido nuevamente a Gandesa, después de haber sido reorganizada por segunda vez.
Día 22: el enemigo prosigue sus acciones ofensivas al Norte y Sur de la carretera. Como en las jornadas anteriores, las acciones de su infantería eran precedidas y acompañadas de potentes concentraciones de artillería, densos bombardeos de aviación y un gran número de tanques. En el curso del día, el centro del ataque enemigo se fue transfiriendo:
– En el sector de la 45ª división, a la cota 356; en el sector que defendían las unidades de la 35ª división, a la cota 287. La primera de las mencionadas pasó a poder del enemigo a media jornada del 22. Este intentó descender, después de ganada y ocupar la serie de alturas al N. de la carretera y al SO. del cruce de Camposines, que forman el llamado Coll del Cosso. Extraordinaria violencia cobraron los combates en esta dirección, en la que el enemigo avanzaba lentamente. Pero los contraataques de las unidades de la 42ª división, que relevó a la 45ª, cortaron el ataque enemigo, castigando a éste severamente y limitando su avance a la ocupación de la cota 356.
– En el sector de la 35ª división, la lucha por la cota 287, defendida por unos cientos de combatientes del batallón 50 de la 13 brigada, adquirió una terrible violencia. Aquellos combates son dignos de recuerdo imperecedero por las condiciones en que los muchachos del 50 tuvieron que combatir. Mandaba el batallón 50 el capitán Franciszek Ksiezározyk, polaco. El comisario (después de ser heridos los anteriores Boleslaw Maslankiewicz, polaco, y los españoles Rueda y Robles), era Boleslaw Jelen.
Los ataques del enemigo sobre la cota 287, situada en las proximidades N. de la carretera a la altura del km. 450,5 de la carretera Alcolea del Pinar a Tarragona, se sucedieron a la largo de toda la jornada. En un principio el ataque enemigo tuvo como eje la carretera, actuando en un frente de unos 600 metros, repartiendo su esfuerzo entre la 287 y el Molino de Farriols, ambas posiciones equidistantes de la general. Pero en la situación creada, la 287 ofrecía un saliente en nuestra defensa, sin cuya reducción el enemigo no podía avanzar cómodamente sobre la comunicación Gandesa-Camposines. Era además un bastión de honor y de gloria del Ejército Republicano.
De los 50 tanques enemigos que participaron en éste ataque, 20 actuaron contra la defensa de la cota 287. Los muchachos del 50 batallón contaban con el apoyo de toda la artillería y de los tanques del Ejército. Una modesta batería de 75 mm, emplazada en el Coll del Cosso, contribuía a la defensa de la posición. La buena cooperación en el combate de los hombres del 50 batallón (por sus efectivos reales, menos de medio batallón), de los tanques y de la batería, hizo posible la defensa con éxito de la posición a lo largo de toda la jornada.
En la mañana del 22 el enemigo realizó su ataque a la cota 287. En él participaban un batallón y 20 tanques. Tras la preparación artillera, que hacía estallar los campos de minas puestos por nosotros, los tanques desplegaron, seguidos de su infantería, semicercando la cota e intentando la subida. El fuego de la defensa separó la infantería de los tanques y la castigó reciamente. Luego abrió el combate contra los tanques fascistas, empleando las bombas de mano y averiando dos. Nuestros tanques inutilizaron otros dos desde sus posiciones de fuego y, con su movimiento, provocaron la retirada de los demás y de su infantería.
Fracasado este ataque, el enemigo hizo una nueva preparación artillera de una hora. Un batallón de infantería se lanzó, con los últimos disparos, al asalto de nuestras posiciones. En apoyo de su infantería avanzaron los tanques enemigos (16 esta vez), que cambiaron su forma de actuación, atacando directamente la cota y comenzando a escalada por su pendiente Sur. Otros dos batallones de refresco se pusieron en movimiento protegidos por sus tanques. Estos últimos, ante la rauda y valiente acción de los nuestros, que se lanzaron a toda máquina sobre ellos, salieron en franca huida. La batería de 75 mm no cesó su acción y la firme resistencia activa de los defensores de la posición pegó al terreno la infantería enemiga, que más tarde seguiría a sus tanques, retirándose en desorden.
El siguiente ataque enemigo contra los defensores de la cota 287 no se hizo esperar. A la preparación artillera, que duró hora y media y facilitó el movimiento y la aproximación de los tanques y de la infantería enemiga a nuestras posiciones, siguió el ametrallamiento de éstas por la aviación de caza enemiga y la entrada en combate de dos escuadrones de caballería.
Protegidos por una densa barrera móvil de artillería y un violento fuego antitanque de los cañones antiaéreos de 88 mm que cumplían misión antitanque contra nuestros ingenios blindados, los tanques enemigos consiguieron cercar la cota. Su infantería, cuyo avance fue facilitado por la caza de asalto a tierra y la aparición de los dos escuadrones de caballería (que por la sorpresa que causaron atrajeron sobre si los fuegos principales de la posición, sin que pudieran rebasar la línea alcanzada por los tanques, a cuya altura fueron diezmados, volviendo grupa los supervivientes y desapareciendo del lugar de combate), se aproximó a distancia de asalto de nuestras trincheras. En el proceso del combate, algunos núcleos enemigos irrumpieron en las trincheras. No obstante, el desenlace de este ataque enemigo siguió la misma suerte que los precedentes. Su infantería se replegó con grandes pérdidas, dejando cuatro tanques inutilizados sobre el terreno. El batallón 50 fue condecorado con el “Distintivo del Valor”. La posición de este batallón la ocupó el enemigo en la noche del 22 al 23, después de que aquél, cumpliendo órdenes del jefe de la 35 división, que yo aprobé, se replegó a nuevas posiciones, evacuando sus heridos y todo el material, y rindiendo honores a los caídos.
Así quedaron las líneas tras una semana de intensos combates, los últimos de las Brigadas Internacionales antes de su retirada.
Los muchachos del batallón Rákosi en la cota 356
La cota 356 era un importante punto estratégico en cuya fortificación han trabajado toda la noche los soldados del Rákosi para estar preparados para los combates esperados. Trabajaban para estar defendidos contra los ataques y en el caso de que viniera la orden de atacar, pudieran partir de esas posiciones fortificadas. No solamente los oficiales, sino todos los soldados, comprendieron bien la importancia de la fortificación y en consecuencia, a pesar del cansancio, han trabajado intensamente toda la noche y por la mañana estaban ya a la disposición del Batallón, refugio y pequeñas trincheras individuales.
La cuarta Compañía defendía el ala izquierda, que era el punto más difícil y peligroso de la montaña. El mando hizo todo para fortificar lo más posible esta parte de la montaña, y colocó, por lo tanto, aquí la mayoría de las armas automáticas a su disposición. Para entonces el Batallón tenía ya muchas bajas a causa de los combates durante varias semanas y los soldados estaban lejos unos de otros, hecho que, a pesar de las armas automáticas, debilitó bastante el sector. Pero no estaba quebrantada la moral de combate de los soldados; esto quedó demostrado por la heroica resistencia realizada aquel día.
A las doce y media los fascistas rompieron un intenso fuego de artillería contra nuestro flanco izquierdo que duró una media hora. Durante este fuego quedó inservible una de nuestras ametralladoras. Apenas terminados los disparos de la artillería enemiga, aparecieron los aviones fascistas y al mismo tiempo salió también al ataque su infantería contra el reducido número de los nuestros, que combatieron heroicamente contra fuerzas superiores causando muchas bajas en sus filas. Pero a pesar de nuestro heroísmo, consiguieron romper la línea de la cuarta Compañía que tuvo que replegarse. La retirada no fue desordenada aunque la mayor parte de los oficiales hubieran caído heridos en el combate.
Pronto se reorganizaron para el contraataque; aunque no pudo obligarse a los fascistas a volver a sus posiciones originales, se impidió completamente su avance.
Los fascistas reciben refuerzos y pasan otra vez al ataque, que fracasa frente a la resistencia de nuestros valientes soldados. Y así continuó: ataque y contraataque. No solamente en las filas fascistas, también en las nuestras se formaron vacíos, y la lucha fue siempre más y más dura. Confesando la verdad, esperamos con impaciencia a los refuerzos. Pero mirando atrás consideramos casi imposible la llegada de ayuda, porque los fascistas no dejaban de tirar una verdadera lluvia de granadas sobre el valle que había entre nosotros y la reserva, y por donde tenían que pasar.
Esto, en vez de hacernos perder la confianza, nos animó a una mayor resistencia, y con fuerzas redobladas nos lanzamos al combate contra los fascistas. De las caras desaparecen los signos de miedo y se ve solamente la decisión y el cansancio. En el más duro combate con granadas de mano se oye una voz que señala la llegada de la ayuda y, de hecho, en medio de la lluvia de los obuses, se acercan cada vez más las tropas que vienen a ayudarnos. Ya podemos verles, son dos compañías del Batallón Dombrowski. El fuego de las bombas de mano se intensifica, estamos seguros que los fascistas no avanzarán ni un paso. Nos lanzamos unidos en el combate. Los refuerzos se despliegan, con la seguridad de que pronto los invasores serán obligados a volver a sus primitivas posiciones.
En este día, como en todos los combates, las Brigadas Internacionales demostraron ser verdaderamente antifascistas. Oficiales y soldados, médicos, telefonistas y los encargados de llevar las municiones hicieron un esfuerzo sobrehumano, sin prestar atención a la imponente superioridad de fuego de los fascistas, cumpliendo con sus deberes de soldado.
Nunca amaneció un día tan largo como este, finalmente llegó la noche y empezamos a reorganizar nuestras fuerzas para atacar esa misma noche, con los mismos Jefes y Comisarios de la Brigada. Y el Batallón Dombrowski, junto con el resto del Rákosi, pasa al ataque y obliga a huir a las tropas fascistas, que dejan atrás un gran número de muertos.
Hermoso fue aquel día a pesar de todas sus aspectos terribles. Fue hermoso porque se ha confirmado una vez más que entre húngaros, polacos y checos no hay ninguna diferencia de ideas, solo la de los idiomas. Demuestra esto que los trabajadores, como todos los hombres que creen en la democracia, pueden luchar juntos, a pesar de las diferencias de nacionalidad, contra el enemigo común: el fascismo.