Exposición fotográfica sobre los brigadistas en los campos franceses de prisioneros
Ahora que estamos celebrando el 75 aniversario de la despedida de las BI es oportuno acercarnos a la realidad que muchos de ellos vivieron al salir de España. Esto es lo que han pretendido hacer nuestros compañeros de AICVAS al preparar una exposición fotográfica sobre los prisioneros italianos de las BI en los campos de internamiento de Francia.
Como recordó el profesor Manuel Requena en la conferencia impartida en la Biblioteca Valdecilla, aproximadamente la mitad –los que procedían de países democráticos– pudo regresar a sus hogares a finales de 1938 en aplicación de los acuerdos de Ginebra. Al resto –procedente de las dictaduras del centro y este de Europa– el gobierno del radical Daladier no lo dejó entrar en aplicación del Decreto Ley de 12 de noviembre por el que se proponía la expulsión (y por tanto la no admisión) de los “extranjeros indeseables”, entre los que podían incluirse a los republicanos españoles y a los Internacionales.
Más tarde, cuando las fuerzas republicanas de Cataluña, junto con una riada impresionante de cientos de miles de civiles fugitivos, hizo explosiva la situación de la frontera cerrada, Daladier se vio forzado a permitir el paso de la frontera a partir del 5 de febrero de 1939. Pero inició una operación infame. Se habilitaron deprisa y corriendo una serie campos de internamiento, en régimen de “reclusión administrativa”, donde murieron o enfermaron muchos refugiados. Los hombres fueron separados de las mujeres (a estas se les permitía quedarse con los hijos) y a los oficiales de la tropa. Varios cientos de miles de refugiados fueron concentrados en zonas al descampado y rodeados por alambradas (luego se irían construyendo barracones), mal alimentados, vigilados y maltratados por soldados de las colonias. Robert Capa, que visitó el campo de Argelès en marzo, describió este campo como “un infierno sobre la arena: los hombres allí sobreviven bajo tiendas de fortuna y chozas de paja que ofrecen una miserable protección contra la arena y el viento. Para coronar todo ello, no hay agua potable, sino el agua salobre extraída de agujeros cavados en la arena”. En contraste con la actitud oficial, hay que reconocer los gestos de solidaridad de muchos franceses del pueblo llano.
Para eludir su responsabilidad el gobierno francés facilitó el regreso de una parte de estos refugiados, atendiendo al mensaje supuestamente conciliador de Franco por el que se garantizaba la inmunidad para todos los que estuvieran “libres de delitos de sangre”. Aproximadamente la mitad de los más 500.000 refugiados aceptó el venenoso regalo. Todos serían interrogados a su regreso y sometidos a las humillaciones y sevicias impuestas a los vencidos. Los hombres fueron detenidos mientras esperaban su clasificación de cara al esclarecimiento de responsabilidades que los tribunales militares determinaban sin ninguna garantía y con espíritu de venganza. Miles de condenas a muerte y decenas de miles de penas de prisión les fueron impuestas.
Los brigadistas fueron internados en diversos campos entre otros en Saint Ciprien, Argèles sur Mer y Gurs. Le Vernet fue el campo de castigo en que fueron internados los prisioneros considerados “peligrosos”, como los dirigentes comunistas y de las BI, como Luigi Longo. En Saint Ciprien hubo hasta 80.000 internados de los cuales unos 3.400 eran Internacionales. Gurs albergó a más de 24.000 excombatientes de los que cerca de 7.000 eran brigadistas, si bien una parte de estos provenían del campo de Saint Ciprien.
Sobre todo esto trata la exposición que han puesto en marcha nuestros compañeros de AICVAS en Milano. Podéis ver su anuncio aquí.
Hay mucha información en red sobre estos temas; de ella se pueden seleccionar los siguientes sitios: