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Estudiantes de Ohio visitan el Jarama
La foto está hecha en el lugar de donde partió el ataque del batallón Lincoln el 27 de febrero de 1937
Aumenta el interés por conocer aspectos de la gran batalla contra el fascismo, cuyo prólogo se realizó en España. Estudiantes de E. Secundaria de Rivas han paseado este año por el campo de batalla del Jarama, excursión completada con la visita al Museo de la Batalla ubicado en el Mesón El Cid. Siempre contando con el apoyo de Goyo Salcedo, su creador, y Pilar Atance, su patrocinadora.
Del mismo modo siguen viniendo familiares y amigos de los brigadistas, la mayoría provenientes de Norteamérica. Hace una semana la canadiense Pamela Vivian visitó los lugares donde luchó su abuelo Peter Johnston, de Vancouver. Desgraciadamente una bomba lanzada por un avión había destrozado el camión de suministros que conducía y fue llevado gravemente herido al hospital de Colmenar de Oreja. Esto fue a finales de mayo de 1937. Cinco días más tarde Peter murió y fue enterrado en el cementerio, en la zona 1 A, fosa nº 256.
Pamela visitó aquel lugar sin tener clara conciencia de en qué lugar reposan ahora sus restos. Es una tarea que queremos abordar ahora en la AABI, buscando el concurso de las autoridades de Colmenar y de algún historiador local. También queremos que en esta villa, como en tantos otros lugares donde fueron hospitalizados los heridos de la batalla (Tielmes, Villarejo, Morata, El Romeral, Villapaz, etc.), se recuerden aquellos hechos y a los combatientes contra el fascismo.
Bueno es recordar las víctimas de la guerra, pero mejor aún es honrar a los que dieron sus vidas en el combate por la libertad. En ese sentido, Tarancón nos ha dado un ejemplo: el Foro por la Memoria de Cuenca, en unión con la AABI y la IBMT, ha puesto sobre el tapete la rehabilitación del Hospital de sangre y la memoria de los fallecidos y enterrados en su cementerio. Todos los años, en febrero, se les rinde un tributo emocionado.
Este miércoles 1 de junio fue un grupo de 38 estudiantes de la Universidad de Ohio los que, con sus profesoras, vinieron a conocer el campo de batalla del Jarama. Quedaron sorprendidos al saber que un antecesor suyo, Sam Levinger, dejó sus estudios para venir a cumplir con lo que él entendía que era su deber. Así lo dejó claro en sus numerosos escritos y cartas que hace unos años recopiló su sobrina Laurie y que transformó en el libro Amor y saludos revolucionarios. Memorias de un joven de Ohio. Habiéndose agotado la primera edición, la AABI ha hecho una segunda tirada de 300 ejemplares que esperamos se agote pronto. Laurie iniciará prontamente una serie de charlas por Andalucía para difundir el libro y el legado de Sam, su tío, muerto y enterrado en Puebla de Hijar, como consecuencia de los combates en Belchite.
Esperamos que pronto haya en la Universidad de Ohio una placa dedicada a este benemérito representante de aquella soberbia juventud que dio un ejemplo de solidaridad restallante y todavía vigente.