Los médicos errantes. De las Brigadas Internacionales y la revolución china a la guerra fría.
Hemos recibido este libro de Carles Brasó Broggi, a quien agradecemos tanto el esfuerzo y cariño puesto en su realización como el habernos hecho llegar un ejemplar para nuestra biblioteca y Archivo. Carles Brasó es doctor en historia económica, sinólogo y licenciado en sociología y estudios de Asia Oriental. Ha publicado artículos sobre economía e historia contemporánea de China y un libro sobre los orígenes de las reformas económicas en China. Actualmente, es investigador en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Carles es, además, nieto del Dr. Moisés Broggi, un experto cirujano catalán que trabajó en el Servicio Sanitario de las Brigadas Internacionales donde dejó marcada su impronta humanista.
Este libro es la biografía grupal de los “médicos españoles”, diecinueve médicos y enfermeras procedentes de Europa central y oriental cuyo nexo común fue el haber trabajado con la Brigadas Internacionales de la guerra de España y con la Cruz Roja china en la guerra de resistencia frente al invasor japonés. Además, la mayoría -todos menos dos- eran judíos.
“Si algo define a este grupo, dice el autor, es su carácter errante, internacionalista y cosmopolita, una idiosincrasia típica de las comunidades judías europeas anteriores al Holocausto. Su infancia estuvo marcada por el derrumbe de los imperios centroeuropeos y el ascenso de nuevas corrientes políticas radicales, desde el comunismo que abrazaron, hasta el fascismo y el nacionalismo antisemita que amenazó su existencia y que culminó con el proyecto de exterminio de la Alemania nazi”.
Frente a la amenaza fascista solo había tres opciones: el exilio (que pudieron hacer los que tenían más posibilidades y tenían más claro su futuro), la permanencia en sus comunidades (la mayoría sería víctima del holocausto), o la resistencia activa. Esta fue la opción que llevó a muchos a sumarse a la guerra antifascista en España y después a los grupos de Resistencia durante la guerra mundial.
El libro inicia su recorrido con un resumen bien articulado sobre el Servicio Sanitario creado por las Brigadas Internacionales con la ayuda de múltiples organismos de la solidaridad internacional. El autor recalca cómo se pasó de las improvisaciones y voluntarismos iniciales a una organización bien trabada en la que primó la lucha contra la muerte (título de uno de los libros que Gusti Jirgu escribió en España). Fruto de esa voluntad fue el avance en varios campos de la medicina militar (transfusiones de sangre, cirugía torácica y del abdomen, ortopedias, higiene…) que produjo una disminución importante de la mortandad en la guerra de España y que pudieron aplicarse más tarde en la guerra mundial.
Lógicamente, Carles Brassó privilegia en este resumen las actividades de los futuros “médicos españoles” en los distintos escenarios (hospitales de sangre y hospitales de retaguardia) en los que actuaron. Así van apareciendo algunos de los más relevantes o conocidos como los doctores Kriegel (director médico de la 45 División Internacional), Friedrich Kisch (director del hospital Komenski de Benicassim), Stanisław Flato (director médico de la 35 División Internacional) y el resto.
Cuando las Brigadas Internacionales son retiradas del frente en septiembre de 1938, los médicos procedentes de países no democráticos no pueden salir, tanto por el riesgo evidente de ser represaliados en sus países de origen como porque el Gobierno francés no les permite entrar en Francia, ni para quedarse allí ni como trampolín para establecerse en otros países. Permanecen en España, pues, hasta principios de febrero de 1939 en que finalmente se les permite cruzar la frontera -junto con el medio millón de españoles exiliados- para acabar la mayoría en los vergonzantes campos de internamiento de Argelés sur Mer, Saint Cyprien, Le Vernet, Gurs y muchos otros.
Llegada de los veteranos de Espana a Hong Kong en septiembre de 1939. De izquierda a derecha: Wolf Jungermann, Herbert Baer, Robert Lim, Walter Freudmann, Edith Markus, Franz Kriegel. FOTO: FONDO DR. ROBERT MAMLOK.
Durante su estancia en esos campos hay intentos por salir legalmente o incluso escaparse, lo que consiguen unos pocos. Una parte de los médicos solicitan de las autoridades francesas poder marchar a prestar servicio en China. Lo consiguen en el verano de 1939 y embarcan rumbo a Hong Kong. Esta es la lista: Friz Jensen (checo), Rolf Becker (alemán), Friedrich Kisch (checo), Ianto Kaneti (búlgaro), Herbert Baer (alemán), Walter Freudmann (austriaco), David Iancu (rumano), Stanisław Flato (polaco), Wiktor Taubenfligel (polaco), Wolf Jungermann (ucraniano), Leon Kamieniecki (bieloruso), František Kriegel (ucraniano), Györgi Schön (húngaro) y Alexander Volokhine (ruso), junto con las enfermeras Mania Kamieniecki (bielorusa) y Edith Markus (alemana). En 1941 se unen a ellos los médicos Carl Coutelle y Heinrich Kent. Todos menos dos son judíos.
Una año antes el Dr. Norman Bethune, pionero en esta gesta, trabajó con las fuerzas de Mao Zedong y murió de septicemia en 1939. A él le siguieron otros dos médicos asiáticos (Bi Daowen, chino nacido en Indonesia, y Menhanlal Atal, indio), que también ejercieron en ese mismo territorio. Los diecinueve sanitarios, sin embargo, no pudieron pasar a ese territorio del norte y tuvieron que realizar su servicio en la zona controlada por Chiang Kai-shek, al sur de China, dentro del Cuerpo de Ayuda Médica gestionado por la Cruz Roja, dirigido por Robert Lim y financiado por varios organismos internacionales. La labor de estos sanitarios “españoles” fue heroica: no se limitaron a mejorar la atención médica a los soldados y a la población civil sino a formar a nuevas generaciones de médicos y enfermeras:
“Estos doctores aplicaron las lecciones que habían aprendido en la guerra civil española, como la capacidad de realizar intervenciones quirúrgicas lo más cerca del frente posible. Aquella transferencia de conocimiento médico entre ambos conflictos, que fue relevante, es un terreno inexplorado por la historia, salvo el caso de Bethune, al que se han dedicado varias obras. Este libro quiere realizar una contribución a esta cuestión investigando la suerte de un equipo europeo de diecisiete médicos y dos enfermeras que participaron también en ambos conflictos: en la guerra civil española, formando parte de los servicios médicos de las Brigadas Internacionales y, posteriormente, en la Cruz Roja china”.
La obra nos descubre, además, la complejidad del tablero geoestratégico chino en aquella confrontación. Después haber sufrido un siglo de tratados humillantes por parte de las potencias coloniales declinantes (Inglaterra, Francia, Alemania…) China tuvo que afrontar la nueva invasión japonesa. Frente a ella luchaba un Gobierno nacionalista corrupto, el de Chiang Kai-shek, y unas fuerzas comunistas que lograron mantener un bastión libre al norte, en la región de Xhaanxi. La nueva potencia emergente, los EEUU, sustituyó a Inglaterra en la gestión colonial y equipó con abundante ayuda militar y sanitaria a la China nacionalista. Lo hizo abriendo una nueva ruta desde India y Birmania para hacer llegar los suministros. Chiang Kai-shek resistió a duras penas frente al Japón, pero en 1945 su poderío militar (y la determinación norteamericana) le llevó a iniciar una ofensiva para doblegar las fuerzas del Ejército Popular de Mao, cosa que no logró por la corrupción del gobierno nacionalista y el empuje popular de las fuerzas comunistas de Mao, que lograron imponerse en 1949.
Para entonces la mayoría de los médicos ya habían vuelto a Europa. La complejidad de sus vidas en los nuevos estados surgidos de la guerra y de los acuerdos de Yalta y Potsdam es también descrita con rigor por el autor. Algunos se fueron alejando de su inicial compromiso comunista y otros lo mantuvieron contra viento y marea. Pero todos ellos mantuvieron su amistad fraguada en los duros combates contra el fascismo y por el ideal socialista. El ejemplo que cierra el libro es el del doctor Frantisek Kriegel, que apoyó la apuesta que había iniciado Alexander Dubcek –en la “Primavera de Praga” de 1968– por un “socialismo de rostro humano”, apuesta que perdió frente a la razón de Estado soviética impuesta por Breznev. Kriegel murió en 1979. Un años antes había sido homenajeado por sus compañeros del Partido Comunista español en su 70 aniversario.
Las circunstancias en que trabajaron y las vicisitudes que pasaron estos internacionalistas son descritas con prolijidad por Carles Brassó cumpliendo un compromiso contraído en 2010, cuando el autor fue invitado en Pekín para hablar sobre su abuelo, el Dr. Broggi, sobre Norman Bethune y el norteamericano Dr. Eloesser. Allí se reunió con los sucesores de los médicos y brigadistas que aún quedaban en China. De la intensidad emotiva de aquel encuentro surgió la idea de investigar y dar a conocer la historia de los “médicos españoles” en China. Este libro es el resultado.
España y China 1937-2017. 80º aniversario del Internacionalismo antifascista