Junio de 1937. Las primeras ofensivas del Ejército Popular Republicano.

En mayo se produjo el relevo de Largo Caballero, Presidente del Consejo de Ministros,  por Juan Negrín, quien cedió el Ministerio de Guerra (ahora llamado de la Defensa Nacional) a Indalecio Prieto. Ambos se aprestaron a tomar la iniciativa militar con unas primeras ofensivas que tenían como principal objetivo frenar el avance de los ejércitos fascistas (español, italiano y alemán) en el norte y probar el funcionamiento del EPR, ya casi plenamente formalizado. Todo ello se hizo bajo la dirección militar del nuevo Jefe del Estado Mayor de la Defensa el coronel Vicente Rojo.

Tropas de la XIV BI marchan hacia el puerto de Navacerrada para iniciar la ofensiva

La primera ofensiva, sobre la ciudad de Segovia, tuvo lugar del 30 de mayo al 6 de junio. No tuvo el éxito perseguido. Los combates se centraron en La Granja de San Ildefonso y los montes que rodeaban su  entorno. Entre las unidades que participaron, bajo la dirección del general Walter,  estaba la XIV BI que se estrelló en la toma de Valsaín y quedó bastante desalentada. En los siguientes meses, hasta marzo de 1938, no participó en acciones importantes salvo en la pequeña operación de la Cuesta de la Reina (octubre de 1937), limitándose a cubrir diferentes tramos del frente de la sierra de Madrid.

Otra pequeña acción tuvo lugar en la zona de Torija-Guadalajara cuando la XI BI, que estaba en la reserva de aquel frente, intervino en el golpe de mano sobre Utande y el monte Picarón (9 de junio). Se consiguieron algunas mejoras territoriales, pero sobre todo sirvió como ejercicio de donde extraer enseñanzas que aplicarían en las siguientes grandes batallas.

La segunda ofensiva de junio fue la de Huesca, una ciudad adentrada en territorio republicano y que no había podido ser tomada (aun estando casi totalmente rodeada) ni por las primeras milicias republicanas ni por las nuevas unidades del EPR. El jefe del Ejército del Este, general Pozas, pretendió acabar con esta avanzadilla franquista en una operación en que intervendrían varias unidades del frente de Aragón (sobre todo anarquistas y del POUM) y la 45 División Internacional (compuesta por la XII y la 150 BBII y bajo el mando del General Lukacs-), que tendría que cortar la carretera que unía Huesca con el territorio fascista. Desgraciadamente este general murió un día antes de la ofensiva debido a un obús artillero que destrozó el coche en el que inspeccionaba las líneas. Fue sustituido por el general Kleber, que no conocía bien la situación y las unidades. Por otra parte, no había buena relación entre las unidades de la zona y las recién llegadas unidades internacionales. La ofensiva (12-19 de junio)  fue un fracaso y no se obtuvieron ninguno de los objetivos fijados. La 45 División, tras reorganizarse en tierras del Bajo Ebro cercanas a Tortosa, marchó a principios de julio para intervenir en la ofensiva de Brunete.

Se cerraban mal estos primeros ensayos, pero no disminuía el optimismo depositado en el ejército recién constituido. En el verano vendrían dos grandes ofensivas sobre las que se albergaban grandes expectativas. Veremos su evolución y resultados.

En la segunda quincena de julio la XV BI disfrutó de un merecido descanso tras más de cuatro meses de presencia en el frente del Jarama. Su optimismo era grande, como se verá. Por el contrario, la XIII BI, que había estado luchando ininterrumpidamente desde finales de diciembre en diferentes frentes (Teruel, Granada, Córdoba) necesitaba un descanso que le fue denegado. Mal comenzaban las cosas. El propio comandante de la unidad, el general “Gómez” (el alemán Wilhem Zaissser), fue destituido por el general Miaja y sustituido por Krieger (el italiano Vicenzo Blanco),  pese a lo cual los cuatro batallones iniciaron la lucha con alto espíritu combativo. Y lo mantendrían hasta el final.

Comisión histórica de la AABI