Se fue Paco Gómez, un compañero, un amigo
Esta semana, mientras sentíamos la partida del gran Pablo Milanés, íbamos a la vez recibiendo otras tristes noticias: Paco, nuestro Paco, estaba ingresado en el hospital de Albacete. Lo peor era la acotación: “los médicos han dicho a Maribel que no hay esperanza”. Esto sucedía después de sufrir un desvanecimiento en su último viaje a Guardamar de Segura. Poco después, el viernes 25, llegó lo fatal: Paco había partido de este nuestro pequeño y baqueteado mundo. Descansa en paz, Paco.
Paco leyendo un poema junto a la Colina del Suicidio, en una de las primeras Marchas del Jarama
¿Quién era Paco? Tenía muchos amigos; y nosotros lo hemos estado disfrutando muchos años, desde que decidió unirse a la AABI allá por el año 2010. Pronto, contagiado por el espíritu solidario de los Voluntarios Internacionales, se prestó a colaborar en todo lo que fuera necesario y estuviera dentro de sus posibilidades y habilidades. Así, aparte de asistir cada mes a las reuniones de la Junta, se dedicó a la tarea de distribuir los libros y calendarios de la AABI de una forma concienzuda. Tenía su red y era capaz de vender cientos de calendarios en librerías, ateneos y hasta en bares. Cargándolos muchas veces en un carrito de compra que se había agenciado…
Con igual dedicación se entregó Paco a presentar la Exposición de Fotografías del General Walter por diferentes Bibliotecas Públicas y Centros Culturales de Madrid. Fue una labor persistente, callada, que nunca agradeceremos suficientemente. Porque lo hacía generosamente, sin pedir nada a cambio. Ni siquiera reconocimiento. Pero nosotros sí tenemos que hacerlo ahora y siempre.
Otro aspecto de su actividad “brigadista” fue la preparación de las marchas del Jarama y otros actos, a lo que contribuía siempre de forma jovial. Recuerdo en concreto un viaje que hicimos con él y con Jesús, otro compañero de la AABI, para conmemorar la lucha de la XV BI en la batalla del Ebro. Recorrimos los parajes que luego mostraríamos a los casi 100 familiares y amigos británicos e irlandeses que vinieron: cruce del río Ebro en barca, Camposines, trincheras de la resistencia (septiembre de 1938) entre las sierras de Cavalls y de la Fatarella, Corbera, Gandesa y el Pico de la Muerte (cota 472 o Pimple, como le bautizaron los británicos)…
Paco tenía además una buena voz. Había sido actor de teatro e incluso había ayudado a Sanchís Sinisterra a crear el Teatro del Común, cuyo primer fruto fue la obra Terror y Miseria en el primer franquismo. Así mismo, en la AABI contribuyó a formar la Agrupación Musical. Paco dio voz en numerosas ocasiones a la lectura de poemas, mensajes o textos de brigadistas, textos que se derramaban por tierras del Jarama o de la Alcarria de Guadalajara. La última expresión de esta cualidad fue su aportación, como voz en off, al video que la AABI hizo en noviembre de 2021, con ocasión del 85 aniversario de las Brigadas Internacionales; se puede ver aquí.
Paco, además, escribía; era un amante de la literatura, como buen profesor que fue de esta materia en los Institutos de Secundaria por los que pasó. Cuántos libros habrán devorado sus ojos. Cuántos habrá comentado en la tertulia de lectura que compartía con algunos amigos. Así que no le era difícil coger el bolígrafo y escribir la crónica de una Marcha del Jarama o de cualquier acto celebrado por la AABI. No se detenía ahí. Cuando nació Max, el primer hijo de nuestra presidenta, Almudena Cros, le dedicó un tierno poema. Seguro que estaba preparándose para recibir años más tarde, con su intensa ternura, a su nieta Vega. Cómo irradiaba de alegría su cara cuando le preguntábamos por ella.
Paco era un compañero y un amigo insustituible, a quien nada humano le era ajeno. Todo lo que hacía lo hacía por puro instinto humanista, un instinto aprendido en las duras condiciones familiares en que desarrolló su infancia en los años cincuenta en Palomeras Bajas, donde vivió con sus padres y hermanos. Su padre era trabajador ferroviario. Y allí aprendió a ser solidario; y nos enseñó a serlo.
Tenía además una buena complexión física. Casi todos los días iba a entrenar a su polideportivo de Moratalaz, donde hacía gimnasia y atletismo; incluso jugó al baloncesto hasta casi los 70 años. Los jueves acudía a los paseos por el campo o por la Sierra de Madrid con un grupo de profesores ya jubilados. Paco siempre iba por delante, evitaba los caminos de asfalto, y remataba el paseo con algún tramo extra que los demás ya no hacíamos, por cansados. Estaba en plena forma.
Pero fue en uno de estos paseos, hace un año, cuando recibió el primer aviso. Sufrió un desvanecimiento y cayó derrumbado por un ‘rayo’ que no lográbamos entender dada su gran fortaleza física. Él tampoco. Meses de visitas a médicos, diagnósticos… su actividad física se iba limitando. También redujo la lectura de libros. Solo tenía 73 años. Veíamos que nuestro Paco iba mermando, pero no creíamos que todo tuviera un desenlace tan rápido y fatal.
La última vez que le llamé por teléfono, el 4 de noviembre, le pregunté si al día siguiente podía ir media hora antes del homenaje para ensayar el himno de las Brigadas Internacionales. Me dijo que no, que ya no estaba en condiciones. Pero acudió el sábado 5 a Vicálvaro, y le vimos por última vez, con su sonrisa entrañable… y con la mirada como perdida. No era el gran Paco que conocíamos. Pero no augurábamos lo peor. Teníamos fe en su resistencia interior.
Quizá para fortalecer su vitalidad, el lunes 21, mientras comentábamos la triste noticia de la partida de Pablo Milanés, marchó con Maribel, su mujer, a la costa mediterránea, donde tenían un apartamento. No llegó; esta vez se quedó en el camino.
Y nosotros nos quedamos sin nuestro querido Paco. Nos queda su bondad, y su ejemplo.
Un recuerdo cariñoso y agradecido de la AABI para él y
un abrazo caluroso para Maribel, sus hijos Miguel y Álvaro y su nieta Vega.