Agosto 1938. La defensa de Pandols
A principios de agosto
El objetivo estratégico de la operación del Ebro -detener la ofensiva fascista sobre Valencia- fue alcanzando en la primera semana de combates. “Nuestra insistencia ofensiva… (escribe Modesto) estaba orientada a obligar al enemigo a que combatiera en el Ebro no sólo para detener el ataque republicano, sino para empeñarse a fondo, trayendo a este teatro de operaciones la masa de sus fuerzas de maniobra, una parte muy importante de las cuales estaba ya en él”. El objetivo táctico (tomar Gandesa y avanzar hacia el sur) se hizo imposible, ya que en tres días los franquistas habían llevado al frente una buena parte de su armamento (artillería, tanques, aviación, aparte de varias Divisiones); la República, por su parte, no pudo acompañar su esfuerzo con armamento pesado, pues los primeros días no contó con la aviación propia (que seguía defendiendo el frente del Levante) y, por el contrario, los franquistas lanzaron su aviación para destruir los puentes por donde podía llegar ese necesario material. Fue eso lo que llevó a Modesto a pasar a la defensiva desde el 3 de agosto.
Esta defensiva, activa, (prosigue Modesto) “perseguía mantener al enemigo ante la línea conquistada el máximo de tiempo posible (‘Un mes de tiempo’, había pedido Matallana; ‘un mes de tiempo’, quería Menéndez) para que en la zona Centro–Sur se realizaran los planes del gobierno… que, en esencia, consistían en operaciones ofensivas de envergadura que debían jugar con respecto a la zona catalana el mismo papel que desempeñaba la ofensiva del Ebro en relación con la zona Centro–Sur”.
Así pues, había que fortificar sólidamente el territorio conquistado en la margen derecha del Ebro y estar preparado para soportar las violentas contraofensivas del ejército de Franco (este ahora presente in situ en su preparación y ejecución) con las que trataría de destruir las tropas republicanas y expulsarlas de ese territorio. La primera de estas contraofensivas, entre el 27 y el 31 de julio, ya había fracasado por completo.
La 35 División pasa a segunda línea
“Al pasar a la defensa (escribe Mateo Merino), la 35 División reagrupó sus fuerzas y sacó de reserva a la XIII Brigada, situándola al sur de Corbera… Guarneciendo la primera línea se hallaban las brigadas XI y XV. En la noche del 6 al 7 de agosto, nos relevó de las posiciones frente a Gandesa la 27 División… Quedamos a las órdenes directas del mando del Ejército, constituyendo su reserva… La XI Brigada se concentró dos-tres kilómetros al norte de Venta de Camposines, y las restantes unidades de la División al sur del citado nudo de comunicacione”s…
La defensa de Pandols
Pero el enemigo estaba dispuesto a liquidar cuanto antes la bolsa conquistada por el Ejército del Ebro, por lo que pronto lanzó la segunda contraofensiva, que se volcó principalmente en la zona del V CE.
“Lo realizaron (escribe Modesto) las Divisiones 1ª y 4ª navarras, un grupo de Banderas del Tercio y la 84 División, con el apoyo de 200 cañones y la masa de la aviación enemiga. Cubrían este sector del frente las brigadas 9, de la 11 División, y 37 y 101, de la 46. El ataque empezó el día 10 desde el frente del Canaletas hasta la vía de comunicación Gandesa-Pinell por Sierra Pandols. Pasados los primeros momentos, la lucha se concentró sobre Pandols. Los combates duraron allí desde el 10 hasta el 20 de agosto, recayendo primero el peso sobre la 9ª brigada y luego sobre la 11 División entera hasta el día 16. Desde esta última fecha hasta el 20 afrontó el choque la 35 División [internacional]”.
Pasamos al testimonio de Mateo Merino: “Mediaba el 15 de agosto cuando llegó la orden del Ejército disponiendo que la 35ª División relevase a la 11ª en la sierra de Pandols. Por la misma se veía que la situación de nuestra primera línea no estaba muy clara en algunos sectores; ciertas posiciones habían pasado de unas manos a otras reiteradas veces durante los porfiados combates de las últimas jornadas… Casi no había fortificaciones en las rocosas cumbres de la sierra, salvo algunos improvisados parapetos, y las tropas combatían adhiriéndose a los pliegues del terreno. Lo abrupto de las pendientes y la falta de caminos dificultaban la evacuación, el abastecimiento y los contraataques.
…Al caer la noche, sorteando el acoso aéreo que entrañaban las horas de luz, la División efectuó el relevo de la 11ª División sin que lograse advertirlo el enemigo. Con los albores de la nueva jornada cesaba todo movimiento. La primera línea pasaba por las alturas 481, 666 y 502. El adversario ocupaba las cotas 671 y 705 formando un poderoso entrante en la soldadura de las divisiones 35ª y 46ª, situada a nuestra izquierda. Las fortificaciones eran escasas, con refuerzo de sacos terreros; ante algunas posiciones había dos y tres filas de alambrada. Escalonando la defensa en profundidad, la 35ª División desplegó dos brigadas –la XI y la XV– en un frente de cinco kilómetros, desde el cerro de San Marcos, pasando por las alturas 641, 644 y 582, hasta la cota 502 de la sierra de Pandols. Concentrada en las estribaciones sudeste de la sierra de Caballs quedó de reserva la XIII Brigada”.
Cuando Alvah Bessie llegó con su batallón Lincoln a la sierra de Pandols se encontró un panorama desolador; así lo describió en su Cuaderno de notas:
Voluntarios del batallón Británico en la cota 666 de Pandols
“16 de agosto: anoche nos trasladamos a las 9:00, marchamos 12 km vía Pinel y, después, 2 horas y media de ascenso por montañas de 45 grados hacia una posición al sur de Gandesa. Bruscos acantilados, arriba y arriba. Agotamiento. Esta montaña, tomada por nosotros, retomada por los fascistas, retomada por nosotros. Toda la montaña, desolada y cubierta de rocas a prendidas y deslizantes, arrasada por bombas incendiarias. De aspecto lunar, todos los arbustos (bastante pequeños) ardieron; solo quedan los tallos duros que sobresalen de la roca agrietada. Absolutamente ninguna protección frente a la aviación o la artillería, muy activos en este momento. No hay fortificaciones posibles, excepto barricadas de roca que se rompen fácilmente con solo un golpe. Una posición lamentable para mantenernos: no hay agua, y tanto la comida como el agua deben ser subidos a la montaña por mulas y hombres, en tramos imposibles, sin puntos de apoyo”.
Para Mateo Merino se desarrollaron “otras dos jornadas de combates incesantes, sin lograr avanzar un solo paso en todo el frente, agotaron por completo la capacidad ofensiva de los asaltantes. Eludiendo así el martilleo de los medios de reducción fascistas, contraatacábamos al enemigo delante de nuestras líneas, aprovechando los intervalos entre las alambradas, siempre que éste se disponía a asaltar las posiciones republicanas. Mientras la artillería y la aviación franquistas batían la retaguardia inmediata, casi vacía, deteníamos a la infantería asaltante y la rechazábamos delante de nuestras posiciones, obligándola a permanecer agazapada y sin poder retirarse hasta llegar la noche. Este procedimiento de pegarse al adversario para contrarrestar el fuego de sus cuantiosos medios aéreos y artilleros dio excelente resultado. Los ataques más intensos de las unidades navarras se estrellaron contra la firmeza y el heroísmo de las tropas de la XV Brigada, especialmente de sus batallones inglés y norteamericano, a cuyo frente se hallaban los mayores Sam Wild y Milton Wolf”.
El papel crucial jugado por la XV BI al lograr detener los ataques de la IV División navarra le hicieron merecedora, el 24 de agosto, de una mención del Mando republicano “por su magnífica resistencia contra los ataques enemigos en nuestra colina 666”. Entre el 24 y el 27 de agosto la 35 División fue relevada y pasó a disfrutar de un breve descanso en la zona de Camposines. Así terminó, con solo algunos éxitos tácticos, la segunda contraofensiva del enemigo, que no consiguió romper el frente republicano ni tampoco adueñarse de la sierra de Pandols.
La 129 BI defiende un sector de la línea XYZ
Andreu Castells, -autor de uno de los mejores títulos escritos sobre las BI y miembro, él mismo, de esta unidad- escribió estos párrafos sobre la 129 brigada en el mes de agosto: “La retirada estratégica de la 129 BI terminó al estallar la batalla del Ebro. A partir de entonces, situada al flanco izquierdo de la 25 División, la antigua Luis Jubert de la CNT-FAI, emplazó su CG en la rectoría de Torrijas. Todos sus servicios, instalados en la zona Aras de Alpuente-Chelva, rindieron el máximo. Sus mandos, en contacto permanente, a través de la Delegación Internacional de Valencia, con la jefatura de la 45 DI, vivían y comentaban con ansiedad la batalla del Ebro, y la revista divisionaria Bayonetas Internacionales aparecía con regularidad entre los combatientes de las laderas del Javalambre.
Voluntarios del batallón Djakovic en el sector de defensa del Javalambre
No se desperdiciaba ninguna ocasión para atraer el enemigo a aquel sector. En una acción del primero de agosto se logró progresar por Manzanera, en las cotas 1.558 y 1.572. Los días 12 y 13 del mismo mes, en un ataque importante, los interbrigadistas del Djakovíc perdieron un tanque soviético y tanto el comisario como el comandante de la unidad, el checo Dorda Kowacevic y el anarquista Manuel Lago Perla, sucumbieron en el curso de los combates. Entre los interbrigadistas corrieron rumores afirmando que la muerte de su comandante había sido provocada por un disparo que partió de sus propias líneas y que le había penetrado por la nuca. Pero Maciej Techniczek, que en ausencia de Lorenzo González del Campo, comisario de la brigada, actuaba en su lugar, nos dijo haber presenciado la muerte de Lago a una distancia de unos cuarenta metros. Según él, en un momento dado, Lago Perla se levantó de la trinchera y conminó a sus hombres a avanzar. Entonces lo segó una racha enemiga. También murió en este ataque el jefe de EM del batallón Masaryk. La moral estaba muy baja”.
Una apreciación, ésta, divergente con la del comandante de la 129 BI, el polaco Watcek Komar, para quien “el estado de espíritu de la brigada era excelente” (Rapport sur la 129 Brigade Internationale).
Comisión Histórica de la AABI