SOBRE EL CEMENTERIO DE FUENCARRAL

La Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales (AABI) considera intolerable que el Ayuntamiento de Madrid, con su Alcalde a la cabeza, ponga trabas burocráticas a la prospección arqueológica que el Ministerio de Memoria Democrática (a instancia nuestra) ha decidido llevar a cabo en la parcela del barrio de Montecarmelo, justo detrás del Cementerio de Fuencarral, donde tenemos indicios de que está la enorme fosa común con los restos profanados de los 451 brigadistas.

Por lo tanto, exigimos a dicha Corporación que autorice esos trabajos, del mismo modo que exigimos al Ayuntamiento que haga público el informe que la empresa Gama les ha entregado. Hay que recordar que fue el propio Ayuntamiento el que quiso encargar a dicha empresa la realización de una prospección en superficie, por medio de georradar y tomógrafo, para “descartar la presencia” de los brigadistas. El que se nieguen a hacerlo público podría indicar que los resultados son los contrarios a lo esperado (por ellos), es decir, que confirme la presencia de los restos de los brigadistas. No nos vale, como ha afirmado el Alcalde, decir que no han recibido ningún informe, ya que la empresa nos ha asegurado que sí han entregado un documento con sus datos y conclusiones, es decir, un Informe.

Aprovechemos además la ocasión para aclarar algunos datos básicos sobre el cementerio de las Brigadas Internacionales en Fuencarral, ya que últimamente hemos venido leyendo algunos errores (malintencionados o no) y equívocos sobre este lugar de memoria tan querido por nosotros:

Lo primero es dejar claro que los brigadistas internacionales (y españoles que estaban encuadrados dentro de las BI) no fueron enterrados en una fosa común, sino que fueron enterrados en tumbas individuales, numeradas y bien organizadas, desde finales de noviembre de 1936 hasta finales de 1937.

Hay que aclarar también que fueron enterrados, no en el cementerio municipal de Fuencarral (aunque compartieran espacio), sino en un cementerio específico para ellos, creado por las Brigadas Internacionales, más concretamente por el jefe de la XII Brigada Internacional, general Lukács (el escritor húngaro Maté Zalka) que encargó a Francisco Herreros Araque, a la sazón Secretario Judicial de Alcobendas pero que ayudaba a su padre, también Secretario Judicial, pero del pueblo de Fuencarral (que entonces era un municipio independiente), organizar un cementerio para los caídos de las Brigadas Internacionales. Más detalles sobre esto se pueden encontrar en lo escrito por el hijo de Francisco, Sebastián Herreros Agüí, en esta página:

http://vexi.cat/annasebas/bi_cementerio.htm

Como decimos se trata de dos cementerios diferentes pero separados únicamente por un muro. Tal y como explica Ludivina García Arias, que escribió sobre el tema, el Ayuntamiento de Fuencarral aprobó en junio de 1937 “ampliar el cementerio municipal para responder a las necesidades de los muertos de las Brigadas Internacionales”. Se construyó una entrada propia al cementerio de las BI, tal y como prueban varias fotografías de la época, entrada que aún existe. Además, los enterramientos que allí se realizaron no se registraron en los libros del cementerio municipal (hace años tuvimos la oportunidad de consultar dichos libros, que actualmente se encuentran en las oficinas del cementerio de la Almudena, y constatamos que no figuraba el enterramiento de ningún brigadista en el cementerio municipal de Fuencarral) sino que fueron anotados por el Servicio de Inhumaciones de las Brigadas Internacionales, del que formaba parte el propio Francisco Herreros, con el empleo de Teniente.

Cuando, hace unos años, el Archivo de la Komintern (donde acabaron los Archivos de las Brigadas Internacionales tras la guerra) fue digitalizado y puesto a disposición del público a través de la web de RGASPI, encontramos un listado elaborado por el mencionado servicio de inhumaciones, con un total de 451 miembros de las BI enterrados en Fuencarral.

Gracias a ese listado y a la gran cantidad de fotografías que fueron tomadas en guerra en el cementerio (por ejemplo la colección del fotógrafo Santos Yuberos que posee el Archivo Regional de la Comunidad de Madrid) conocemos muchos datos de los que fueron enterrados allí: el nombre (cuando se conocía), la unidad a la que pertenecía, la fecha de la muerte, la nacionalidad, etc.

Hay que aclarar también que en este cementerio sólo fueron enterrados brigadistas que murieron en combate en las cercanías de Madrid, comenzando por los sostenidos a finales de noviembre de 1936 (la primera inhumación fue el 24 de noviembre) a las puertas de la ciudad, como en la Casa de Campo, pero también en Boadilla del Monte (caso del  sueco Olle Meurling y el letón Arnold Jeans, Jūlijs Jenšs), en Guadalajara (caso del carismático comandante polaco Antek Kochanek), algunos pocos de la batalla del Jarama (muchos de los allí caídos se enterraron en el cementerio de Morata de Tajuña), otros de la de Brunete (caso del inglés Julian Bell, sobrino de Virgina Woolf) y los últimos, una decena de brigadistas muertos durante los combates de la Cuesta de la Reina en octubre de 1937 y que pertenecían a la XIV BI (caso del francés Raoul Kussener).

 Por el mencionado listado sabemos también que se enterró a un adolescente de tan sólo catorce años y por las fotos, que también fue inhumado un bebé de seis meses. En el listado sólo figura una mujer, María Romero López, española, perteneciente a Sanidad. Un buen número de los enterrados figura como desconocido, por lo que no es posible saber su identidad o nacionalidad, aunque del resto hemos contabilizado que provenían de, al menos, veintidós nacionalidades distintas.

Gracias a la Plataforma vecinal de Montecarmelo contra el Cantón, hemos podido obtener el testimonio de la nieta del encargado del cementerio municipal de Fuencarral, Clemente López Delgado, que relató cómo los cuerpos de los brigadistas eran lavados a la llegada al cementerio y que se les tomaba una fotografía de la cara. Esto aclara la palabra que, en algunos nombres del listado, figura a su lado: foto. Estamos intentando averiguar qué se hizo de aquellas fotos que, de encontrarse, serían un documento único.

Respecto a lo que aconteció con el cementerio de las BI de Fuencarral después de la guerra, hay que subrayar que lo sucedido con todos esos cuerpos fue una profanación de cadáveres en toda regla. Ese delito estaba tipificado y penado por el Código Penal. Que sepamos, fue la única ocasión en la que el régimen franquista profanó y destruyó un cementerio en su totalidad. Conocido el delito, hay que señalar al culpable: la corporación municipal falangista de Fuencarral, ilegal y espuria, sin legitimidad alguna más allá de la otorgada por sus armas sanguinarias. 

Para saber cuándo sucedió todo eso, en 2017 acudimos al Archivo de Villa (el archivo oficial del Ayuntamiento de Madrid) ya que desde 1951 Fuencarral forma parte de la ciudad de Madrid. Allí nos encontramos con la poca documentación existente pero suficiente para conocer algunos hechos fundamentales:

El  día 26 de junio de 1941, el “Alcalde”, el falangista Vicente del Castillo Navas, propone a la “comisión gestora” aprobar la destrucción del cementerio de las Brigadas Internacionales del “ejército marxista”. La justificación de tal medida no es más que la verbalización del rencor, el odio y el revanchismo que tan característicos fueron del régimen franquista. Además de “depositar” a los enterrados en una fosa común, se propone aprovechar “las lápidas y losas” para hacer pequeños “panteones” para los suyos.

El día 30 de junio de 1941, la “gestora” aprueba la criminal propuesta y encarga al Secretario del Ayuntamiento, José María Arroyo Barbería que dé cuenta al Gobernador Civil  de Madrid de su decisión para que la apruebe. Ni que decir tiene que aquel Gobernador falangista, Carlos Ruíz García, un militar africanista, felón y golpista, que se sublevó en Pamplona el 18 de julio del 36 y que acababa de ser nombrado gobernador en mayo de ese año, no puso ningún reparo a tal decisión.

El 8 de julio de 1941 aprobó, por tanto, el traslado, pero ordenando que se hiciera a partir del primer día de octubre, “por estar actualmente suspendidas las exhumaciones de cadáveres por orden de la Dirección General de Sanidad desde el primero de julio hasta octubre”. Imaginamos que esa suspensión de exhumaciones durante el verano se debía a una cuestión de salubridad.

Esas mismas razones de salubridad explican por qué no se procedió a la profanación nada más terminada la guerra, y es que tenían que esperar cinco años a partir del primer enterramiento para poder hacerlo. El propio alcalde de Fuencarral llama al “encargado del cementerio” para que informe de la fecha de esa primera inhumación. En el Acta municipal queda reflejado que el ya mencionado Clemente López Delgado se presentó e informó de que, según las inscripciones de las lápidas, el primer enterramiento tuvo lugar el 24 de noviembre de 1936. Una prueba más de que la administración del cementerio de las BI era autónoma e independiente del municipal, pues de lo contrario, al encargado le hubiera bastado con comprobar los libros de enterramiento, pero, como ya hemos dicho, en esos libros  municipales no figuran los enterramientos de los brigadistas, y la documentación del servicio de inhumaciones de las BI (donde estaban anotadas las fechas) estaba ya muy lejos de Fuencarral y de España. Por tanto, Clemente López no tuvo más remedio que ir al cementerio y leer en las pequeñas placas de mármol las fechas de enterramiento.

Respecto a Clemente López, parece que conservó su puesto de encargado del cementerio después de la guerra, es decir que no fue “depurado”. Seguramente eso fue debido a no haberse significado políticamente y a no haber tomado las armas voluntariamente. Además no fue movilizado por su avanzada edad (nació en 1875) y por su escasa estatura (1, 46 cm) que ya le permitió ser “excluido totalmente” de prestar el servicio militar con su quinta, en 1893.

Gracias a la nieta de Clemente, sabemos que fue él el encargado de hacer el traslado de los restos de los brigadistas, imaginamos que con la ayuda de una cuadrilla, y que lo hizo en varios días. Además, esta mujer ha aportado un dato de suma importancia, ya que asegura que su abuelo le contaba que el lugar donde se hizo la fosa común coincide con el lugar donde ahora estamos buscando.

A partir de ese momento, la pista de lo sucedido con los restos mortales de esos 451 brigadistas se pierde, las autoridades franquistas nunca desvelaron el emplazamiento de la fosa común y cuando alguien se atrevía a preguntar se jugaba al despiste, mintiendo y dando informaciones contradictorias. Esto es lo que sucedió con una delegación de Polonia que visitó España en 1976 intentando encontrar los enterramientos de aquellos “dombrowskis” caídos durante la guerra. Cuando el personal de la Representación Consular y Comercial de la República Popular Polaca en Madrid, en nombre del Consejo para la Protección del Recuerdo de la Lucha y el Martirio (Rada Ochrony Pamięci Walk i Męczeństwa) preguntó, la respuesta oficial que recibieron fue que, tras la exhumación, los restos fueron a parar al Valle de los Caídos. Al no quedarse muy convencidos con aquella versión , decidieron visitar el cementerio en persona, y allí un empleado les contó confidencialmente que, alrededor de 1954, se depositaron los restos en una fosa común, se vertió hormigón encima y se construyó un almacén para lápidas, cemento, etc.

Desde que se fundó la AABI, en 1995, encontrar la fosa común de Fuencarral fue una idea recurrente, ya que el cementerio siempre ha sido para nosotros un lugar de memoria, único lugar en Madrid en el que se recordaba a los voluntarios de la Libertad, al menos hasta que erigimos los monumentos de la Ciudad Universitaria y de Vicálvaro en la segunda década del siglo XXI.

Respecto a las placas del cementerio de Fuencarral, aclaremos las fechas. La réplica de la gran placa de mármol que las propias BI colocaron en el muro oriental con el lema (en francés) “Voluntarios de las Brigadas Internacionales, muertos heroicamente por la libertad del pueblo español, el bienestar y el progreso de la humanidad”, se colocó el 27 de junio de 1981. Fue parte de unos actos de homenaje organizados por el primer ayuntamiento de Tierno Galván en honor a las BI. Se invitó a unas decenas de veteranos, con Eugeniusz Szyr, ministro polaco y brigadista, como autoridad más importante. Sin embargo, el alcalde Tierno Galván no asistió a ninguno de los actos (recepción en el ayuntamiento, ceremonia en el cementerio y comida de confraternización), delegando su representación en el Teniente de Alcalde, Alonso Puerta. También estuvieron presentes los concejales Cristina Almeida y Eduardo Mangada.

En algún momento entre 1981 y 1986 se colocaron dos pequeñas placas a ambos lados de la grande. Ambas hechas durante la guerra y que se salvaron de la destrucción. A la izquierda una homenajeando a Primo Gibelli, piloto soviético italiano cuya increíble historia puede leerse aquí:

https://nuevarevolucion.es/primo-gibelli-el-brigadista-que-cayo-del-cielo/

y a la izquierda, otra en recuerdo de Luis Anisi García, español, muerto el 3 de mayo de 1937 (y que por el listado sabemos que fue comisario de la XIV BI, tercera compañía, 10 batallón). Este es el tipo de placa que se colocaba sobre cada tumba cuando eran enterrados, como puede verse en las fotografías de época.

El 16 de octubre de 1986, la asociación de brigadistas yugoslavos colocó una placa en recuerdo de Blagoje Parović, comisario de la XIII BI y miembro del Politburó del Partido Comunista Yugoslavo, muerto durante la Batalla de Brunete, en julio de 1937. Será la última placa colocada en recuerdo de un individuo en concreto.

El 20 de marzo de 1988 se colocó una placa de mármol blanco en homenaje a los brigadistas judíos muertos en España. El acto contó con la presencia del embajador de Israel, Shlomo Ben Ami y del Concejal de Sanidad y Consumo Leandro Crespo. También asistió Salman Salzman como representante de los brigadistas internacionales.

El 25 de abril de 1989 se inauguró una placa en bronce homenajeando a los 3200 brigadistas polacos que murieron por nuestra libertad y la suya, que mandó hacer el Consejo para la Protección del Recuerdo de la Lucha y el Martirio (Rada Ochrony Pamięci Walk i Męczeństwa). Asistieron los embajadores de Polonia, Checoslovaquia, de la República Democrática de Alemania y de la Unión Soviética. Eugeniusz Szyr intervino en nombre de los brigadistas polacos. Se contó con la presencia e intervención de representantes del Partido Comunista de España y de Comisiones Obreras.

Unos días después, el 9 de mayo de ese mismo año de 1989, el embajador de la Unión Soviética, Serguei Romanovski,  y el entonces alcalde madrileño, Juan Barranco, inauguraron el gran monumento a los Voluntarios Soviéticos que lucharon en España. En un lateral del mismo se encuentran los nombres de los 182 de aquellos que murieron a manos del fascismo local y foráneo.

Aunque no fueran brigadistas, merece la pena recordar también que el 20 de mayo de 1995, el entonces Ministro de Defensa, Julián García Vargas, inauguró el monumento que honra “a los españoles que combatieron por la libertad de Europa entre 1939 y 1945”.  Una iniciativa necesaria, sin duda, pero, a nuestro juicio, poco atrevida, ya que un monumento así debería  estar en un lugar de la ciudad mucho más visible, y con un lema que no ocultara que esos españoles eran republicanos y que lucharon no sólo por la libertad de Europa, sino contra el fascismo, con la esperanza, por supuesto, de poder combatirlo más tarde en su propio país.

Entre la última década del siglo XX y las dos primeras del XXI, se han ido colocando, al lado de la réplica de 1981, otras placas en homenaje a los voluntarios cubanos, italianos, chipriotas, yugoslavos y a los que integraron la XV BI (norteamericanos, británicos, irlandeses y canadienses). Para la colocación de estos memoriales es preceptiva la autorización de la empresa municipal (dependiente por tanto del Ayuntamiento de Madrid) Servicios Funerarios de Madrid. La AABI ya ha solicitado en dos ocasiones, al anterior director Rafael Mendoza y al actual Javier Ruiz Santiago, permiso para colocar una placa que nos trajeron los compañeros griegos, pero seguimos esperando una respuesta, aunque ni siquiera han hecho acuse de recibo de dichas solicitudes.

El 27 de octubre de 2016 la AABI colocó una placa de acero en la esquina izquierda de la jardinera, bajo la gran placa en francés, donde explicamos brevemente la historia del cementerio de las BI de Fuencarral.

El 31 de agosto de 2017, los citados monumentos del cementerio de Fuencarral fueron vandalizados con pintadas nazis y antisemitas. El Ayuntamiento de Madrid (por entonces en manos de la izquierda) actuó rápidamente limpiando y restaurando placas y monumentos. La AABI interpuso una denuncia ante la Fiscalía de Odio, de la que aún estamos esperando algún tipo de respuesta.

Ese mismo año, Ernesto Viñas, de “Brunete en la memoria” nos pasó unas fotografías aéreas hechas durante la guerra donde se divisaba la zona del cementerio de Fuencarral. Comenzamos entonces a pensar en elaborar un proyecto destinado a localizar la fosa común de los brigadistas. Hace dos años, en colaboración con expertos en fosas comunes, estudiamos las fotografías aéreas que había disponibles tanto en la web del Ayuntamiento de Madrid como en la de la Comunidad de Madrid y llegamos a la conclusión que la fosa podría estar en una parcela que parecía distinta de las que la rodeaban, ya que se veía claramente que no estaba labrada, como lo estaba el resto.

En esas estábamos cuando, en octubre del pasado año, se puso en contacto con nosotros la Plataforma vecinal de Montecarmelo para contarnos las intenciones del Ayuntamiento de Madrid de construir un cantón de limpieza en esa misma parcela. Es entonces cuando nos reunimos con el Secretario de Estado de Memoria Democrática, entonces dependiente del Ministerio de Presidencia, para informarle de todos estos acontecimientos, poniéndose así en marcha un proceso que esperemos en breve culmine con la localización y exhumación de los restos de nuestros héroes de la libertad.

El papel del Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática, con la Secretaria de Estado a la cabeza, es crucial para el buen fin del proyecto, y nos felicitamos de su interés y determinación para que se logre. Pero también hay que subrayar que, en este tema, ha habido una unidad de actuación de diferentes asociaciones, como la citada Plataforma vecinal contra el Cantón, la Asociación de Vecinos de Fuencarral, la de Vecinos de Montecarmelo, así como de diversas instituciones, como el Defensor del Pueblo, algunas (lamentablemente sólo una minoría) de las embajadas que tienen ciudadanos en esa fosa común, los grupos municipales y regionales de los partidos de oposición, sin olvidar, por supuesto, la ayuda de nuestras asociaciones hermanas en el extranjero, de amigos y familiares de brigadistas internacionales, que han escrito al Ayuntamiento y que están buscando candidatos que puedan aportar una muestra de ADN, para el caso de que sea necesario. También están trabajando la parte histórica del proyecto; por ejemplo, desde la  Svenska Spanienfrivilligas Vänner, David Nordström ha descubierto que el “inglés” Gens del listado, en realidad, es el letón Jūlijs Jenšs. Otro ejemplo es el valioso trabajo de Jeremi Galdámez, de la polaca Stowarzyszenia Ochotnicy Wolności, buscando cualquier referencia al cementerio de Fuencarral en los diferentes archivos de Polonia.