Checos en el Jarama
Checoslovacos en la Guerra de España 1936-39
Stanislav Motl es un escritor, periodista y documentalista checo. Entre sus muchos libros destaca uno que tiene relación con los voluntarios (más de 2000) que vinieron a España desde Checoslovaquia:El Infierno bajo el sol español (Rybka Publishers, Prague, 2017).Ha estado en España repetidas veces, la última este año 2018.
En el mes de septiembre visitó el campo de batalla del Jarama para conocer los lugares donde estuvo combatiendo la compañía de ametralladoras Žižka, de la que eran miembros Max Cerny y Leopold Pokorny. Esta compañía formaba parte del batallón Dimitrov, a su vez integrado entonces en la XV BI. Filmó en especial el lugar donde se produjo el ataque republicano del 5 de Abril de 1937 para recuperar un saliente tomado por los franquistas un mes antes. En la operación tomó parte la XII BI (batallones Dombrowski y Garibaldi), siendo flanqueados por el batallón Lincoln. El contraataque fascista puso en peligro las líneas republicanas y el mando solicitó la intervención de voluntarios de batallón Dimitrov. Se presentaron unos pocos, entre ellos Leopold Pokorny, que cayeron en combate salvo uno, Jaroslav Hosek, que resultó herido. Su acción contribuyó a salvar la situación, pero resultó letal.
Teniendo en cuenta la celebración de la Marcha anual del Jarama, propusimos a Stanislav publicar algunos capítulos de su libro relacionados con la actuación de los voluntarios checoslovacos en esta batalla. Tenemos poca información sobre los mismos, a excepción de las páginas que Artur London les dedica en su libro “Se levantaron antes del alba”. Con esta contribución de Stanislas Motl creemos que vamos rellenando una laguna que se necesitaba colmatar. Gracias.
Max Cerny se dirige a la Península Ibérica
Dejamos a Max Cerny en el momento en que decidió hacerse miembro de las Brigadas Internacionales y, a través de Suiza y Francia, llegar también a España. Solo él supo por qué difíciles caminos llegó a través de los Pirineos a la Península Ibérica. Ya sabemos, por los testigos que hemos visto, que los checoslovacos, y no solo ellos, llegaron a España en secreto. Normalmente a través de varios países. A menudo también con nombres falsos.
El antiguo brigadista Adolf Vodicka me confesó una vez que el viaje que hizo al país en lucha podría ser el hilo conductor de un libro de aventuras o una película de acción. En el libro Lucharon en todos los frentes –con el subtítulo Recuerdos de soldados judíos y guerrilleros de la Segunda Guerra Mundial– Adolf Vodicka explicaba que viajó a España desde Francia, llegando a este país desde Basilea, Suiza. Esto significa que esta fue, con la mayor probabilidad, la ruta que recorrió Max Cerny:
Estábamos divididos en varios grupos, recuerda Adolf Vodicka. En el mío había diez voluntarios. Cuando en la estación compré el billete para Paris, el cajero selló nuestros billetes y repitió: ‘España, España, España’. Porque no podíamos decir que íbamos a España, pero él lo sabía.
En París teníamos todos escrito en un papel el nombre de la calle a la que teníamos que llegar, pero el número lo debíamos memorizar. Cuando dijimos a los taxistas el nombre de la calle (éramos unos 200 y nos fueron llevando en tandas), no aceptaron de nosotros ni un franco y nos llevaron directamente a la casa. Nos estaban esperando. Dormimos en el suelo, con mantas, y al día siguiente fuimos a Peragnam (Perpiñán) al sur de Francia, cerca de la frontera con España. Al pie de los Pirineos nos esperaban y nos llevaron a una taberna donde comimos de pie; luego nos dijeron que teníamos que cruzar los Pirineos. Para los que no pudieran hacerlo, ofrecieron viajar en una barco de pesca hasta la frontera española, pero todos preferimos ir a pie. Antes de ascender esos 2000 metros hasta las cimas se nos deshizo el calzado y tuvimos que seguir descalzos. Era mayo de 1937; al cabo de un mes ya estábamos en el frente.
Artur London en el libro España, España… escribió: “El camino bordeaba abismos sin fondo y los pasos eran muy peligrosos. Era necesario escalar, arrastrarse, vadear torrentes. Lo que pasaba es que casi a la llegada los voluntarios eran detenidos por los gendarmes.”
Leopold Hofman, otro voluntario checoslovaco, llegó a España igualmente a través de los Pirineos y escribió en El viento en caminos lejanos:
Estamos ante las narices de la policía, o sea que cuidado. ¡Finalmente salimos! Por supuesto de noche, en dos autobuses con las luces apagadas. Nunca sabremos por qué caminos pasó Max Cerny hacia la España en lucha. En los cruces vigilaban franceses jóvenes. Cuando pasamos por su lado nos saludaban con los puños cerrados. Luego alguien susurró que estábamos llegando al final del camino. Cambiamos los zapatos por ligeras alpargatas, un calzado de tela con suela de cuerda. Al cabo de poco vimos sus ventajas: permiten caminar en silencio y sin resbalar por las rocas. Paramos, salimos del autobús, nos recogieron los pastores del Pirineo, el último eslabón de la larga cadena que organizaba el traslado de voluntarios a España.
El paso por las montañas duraba entre ocho y diez horas. En algún momento de esa época, a inicios del año treinta y siete, llegó a España Max Cerny. ¿Cuál fue su destino a partir de ahí? El sobrino de Max Vaclav ?erny me deja repasar algunos documentos. Algunos de ellos los comenta: “En España Max luchó en una compañía de ametralladoras. Luego en el batallón Divisionario. En abril de 1938, como podemos leer, fue herido en combate. Recibió tratamiento directamente en el hospital del frente. Luego luchó en Zaragoza, Madrid, en el río Ebro…”
Pero no nos adelantemos. Todavía estamos en 1936, en el momento de la primera batalla de Madrid. Una batalla en la que también combatieron checoslovacos.
El bautizo bélico de Jan Mrkva
Como veremos después, en la batalla del Jarama participaron los tanques T-26 republicanos, de producción soviética. Tenían un peso de 12,5 toneladas y no solo disponían de ametralladoras pesadas, sino de un cañón de 45mm. Los tanques usados por los franquistas, más pequeños y equipados con ametralladoras, no podían competir con estas máquinas.
Uno de los comandante de tanque fue Jan Mrkva, también conocido como Iván, así lo llamaban sus compañeros, mayoritariamente rusos. Ya antes de irse a España, Mrkva contaba con presentarse al equipo de los tanquistas. Su viaje a Albacete fue prácticamente idéntico al descrito por otros brigadistas internacionales. En sus cartas Jan Mrkva confesaba estar completamente fascinado de cómo los recibía la población local. En una de las cartas que escribió a su hermana Cecilia y a su esposo decía:
Tomé la decisión rápido… Durante mi corta estancia en Praga encontré a mis antiguos amigos de Eslovaquia. Viajamos juntos a París. En la frontera con “la amistosa Alemania” nos examinaron minuciosamente, ¡en exceso! Creo que habían intuido algo sobre nuestra misión, pero conseguimos pararlos de una manera bolchevique. A mí personalmente me ayudó un negro, delegado de la juventud obrera a la que representaba en el Congreso Mundial de la Paz de Bruselas, donde nos conocimos. ¡Él era de París!
Creo que durante nuestro viaje en tren nos acompañaron varios espías de la Gestapo. La misma noche partimos de la estación en París con el Expreso de Oriente hacia la frontera española. El tren largo estaba lleno de los jóvenes de diferentes nacionalidades. Cuando nos acercamos a nuestro destino fue creciendo nuestra emoción, nuestros ojos ardían y hablaban la misma lengua; íbamos a ayudar a proteger Madrid, a defender a la población española frente a los bárbaros, abandonando a nuestros hermanos, hermanas, padres y nuestras patrias. En la última ciudad francesa, en Marsella, subimos al barco español. Éramos muchos antifascistas de casi todas las naciones. Ya aquí se sentía la solidaridad, representada por cientos de voluntarios. Cada día venían nuevos.
Después de cuatro días nos avisaron que había que contar también con el peligro en la tierra francesa. Los fascistas provocaron un incendio en el puerto, justo al lado del barco y sólo gracias a la acción rápida de los bomberos se impidió, con nuestra ayuda, la catástrofe. Salimos del puerto durante la noche, sin luces y contando con el peligro. El barco se llamaba Villa de Madrid y allí estuvimos cinco días de una forma espléndida.ÂÂÂ La primera ciudad española era Barcelona donde llegamos de noche. Nos recibió un montón de gente, hombres y mujeres, y no puedo ni describir de qué forma lo hizo.
Jan Mrkva describe la bienvenida espléndida que les dieron a los interbrigadistas:
Banderas, música, canción revolucionaria y puños levantados, el saludo de la frente popular. Todos los checoslovacos fueron juntos y lloraban de emoción. Pensaban que éramos rusos. Pronto, en cuanto se difundió esta noticia, nos convertimos en el centro de atención y el grito de ¡Viva Rusia! retumbaba por todas partes… Lo mismo se repetía en Valencia y en todas las paradas del tren. Nos traían a las ventanas cestos llenos de naranjas y mandarinas y, hasta que no desaparecíamos de la vista, ¡veíamos los puños levantados hacia el cielo que nos saludaban!
En Albacete, Jan se apuntó a los tanquistas. Era su gran deseo. Cumplieron con su requisito y Mrkva empezó en un taller militar. Se notaban bastante los años que había pasado en Hodonín con el señor Kalužík, un gran aficionado de los automóviles. Mrkva fue evaluado entre los mejores. Aprobó con sobresaliente el examen final.
Al día siguiente ya conducía una furgoneta cargada de alimentos a Madrid en pleno combate. Formaba parte de una larga caravana de abastecimiento. Por primera vez, el exitoso ex-boxeador y luchador vio la cara del Madrid guerrero. Vio edificios chamuscados, personas que, tropezando con las ruinas, buscaban posibles restos de sus hogares, vio a mujeres y los niños llenos de lágrimas…
Días después Jan Mrkva volvió a Madrid con más abastecimientos. Durante un tiempo repitió estos viajes de abastecimiento. Muchas veces en medio de tiroteo enemigo. Experimentó varios bombardeos. Cumplía sus tareas con mucho vigor. De igual manera lo evaluaron sus superiores. No obstante, Jan Mrkva no estaba contento del todo. Quería ir a la frente, luchar. Esa había sido la razón de venir a España. Así que presentó sucesivas peticiones. Y lo consiguió: volvió a Madrid, pero esta vez en un tanque.Pero antes se fue al centro de adiestramiento de los tanquistas, que se encontraba en Archena, un balneario situado al sureste de España, donde se curaban la gente ya desde la época del imperio romano.
En la carta a su hermana, Jan Mrkva habló también de tres checoslovacos que empezaron con él su adiestramiento. Sus nombres: Ladislav Pískovský, Jaroslav Procházka (hablaremos de él) y Bruno Pit’ha. En las líneas tanquistas podemos encontrar varios nombres interesantes, entre ellos Jan Hruška y Oldrich (Olík) Haken, hijos de los representantes comunistas de Checoslovaquia Cenek Hruška y Josef Haken. Antes de ser enviados a España, estos dos tanquistas fueron entrenados en la Unión Soviética.Jan Mrkva prosigue en la carta a su hermana:
Jan Mrkva (a la derecha) en el adiestramiento de tanques
En poco tiempo aprendimos a entender los tanques y nos enseñaron también las ideas políticas, que son el arma más eficaz en la lucha contra el fascismo. Nuestro gran equipo de tanquistas me hizo el comisario político. Y antes de que irnos al frente con el regimiento me promocionaron al sargento y me convertí en el comandante del tanque…
Jaromír Perútka cita en su libro Športovec[1] al compañero de lucha de Mrkva, Jaromír Pískovský, y sus memorias de postguerra. Así nos podemos hacer una idea de cómo fue el adiestramiento en Archena:
Se suponía que las clases iban a durar cuatro meses, pero nos fuimos con Jan Mrkva al frente antes, cuando fue necesario. En la escuela, compartimos el cuarto con Jan y, a pesar de que era muy forzudo, fue capaz de hacer tantos trucos acrobáticos que nos dejaba boquiabiertos. Encima formamos un equipo de fútbol. Jugamos en Archena cuatro partidos en total; Jan era defensa izquierdo. No nos quedaba apenas tiempo para hacer deporte porque nos formaban intensivamente…
Como ya sabemos por la carta de Jan Mrkva, uno de los tanquistas fue Jaroslav Procházka. Llegó a España desde Francia donde había vivido y trabajado desde el año 1920. A través de sus memorias,escritas en 1957, nos enteramos de que en España se hizo miembro del tercer batallón de la Primera brigada tanquista. Según indica Jaroslav Procházka, este batallón estaba mayoritariamente formado por los voluntarios franceses, a diferencia del segundo batallón, que estaba formado sobre todo por alemanes y austriacos.
Jaroslav Procházka escribió literalmente que la brigada tanquista era “soviética de verdad”. Dicho de otra manera, la mayoría de los tanquistas eran rusos. Los tanques eran soviéticos, los instructores eran soviéticos, igual que el equipo de la brigada. Procházka comenta que al principio había ocho checoslovacos. En este conjunto, menciona a Jan Mrkva en el primer puesto. Luego añade otros nombres: Bruno Pi?ha, Ladislav Pískovský. Todos ellos vinieron a España de Checoslovaquia.
A principios del año 1937 llegaron más checoslovacos a esta brigada, como indican los testimonios de Procházka: “Old?ich Haken, Škarvada y Hruška llegaron a España desde la URSS y de Francia llegó más tarde Ferda Bohatý”.
Jaroslav Procházka tenía a Jan Mrkva por un eslovaco de la ciudad de Žilina. No obstante, recuerda que nunca lo escuchó hablar en eslovaco, “al contrario, hablaba el checo igual de bien que yo”. También recuerda el adiestramiento por el que pasaron juntos en Archena en noviembre y diciembre 1936. Curiosamente, Jaroslav Procházka dice que Jan Mrkva tenía un hermano joven que supuestamente murió durante la defensa de Madrid. La pregunta es si Mrkva no hablaba así de uno de sus compañeros de lucha.Existen testimonios de que se relacionaba mucho con algunos interbrigadistas soviéticos. Gracias a ellos llegó al apodo de Iván con que lo conocían también muchos checoslovacos. Resulta pues muy probable que se refería a uno de sus amigos cercanos, al que consideraba su hermano.
Jaroslav Procházka cuenta también dos recuerdos concretos de Jan Mrkva. En Archena vivían en un hotel que estaba situado enfrente del cuartel general de la brigada. Un día Mrkva miraba desde la ventana cuando notó a un viejo afilador de cuchillos con su bici de ruedas. En un momento no vigilado este hombre, discapacitado, recibió de otro “un papel que escondió en el bolsillo”. Jan Mrkva lo consideró bastante sospechoso y compartió sus dudas con unos soviéticos. Más tarde, dice Jaroslav Procházka, se descubrió que el afilador era un espía contra-republicano.
Segundo recuerdo: aproximadamente una semana antes de partir para la frente, a Jan Mrkva le salió un tumor grande en el cuello. No podía mover la cabeza. Y tenía muchas dificultades al hablar. Pero le dio igual. “Decía que no era nada. A pesar de que era un atleta de 28 años, con un peso de 100 kilos, sano como una manzana, lo llevaba muy mal”. No obstante, no quería ir al médico porque no quería perder la partida para el frente. Pero su estado empeoró hasta el punto de que tuvo que ir al médico. Procházka lo acompañó haciendo de intérprete. El médico le cortó el tumor, lo limpió y vendó. Después, Jaroslav Procházka llevó a su amigo a su cuarto. Lo recordó así:
Durante la noche oí un goteo, me levanté, controlé los grifos y nada, entonces me puse a revisar el cuarto, y de repente vi un charco de la sangre debajo de la cama de Jenda, tanta sangre como de un animal. El colchón, las sábanas, todo empapado de sangre y Jenda estaba pálido como un muerto. Ciertamente perdió unos litros de sangre, sin embargo, siendo un hombre de acero, se lo podía permitir. Alarmé a todo el mundo, llamé al médico y en la noche lo transportamos al hospital. A pesar de todo, tras dos días, Jan Mrkva se fue con todos los demás al frente. A defender Madrid… No podía quedarse, tenía que ir con sus amigos.
Es noviembre 1936. Jan Mrkva pasa por su bautizo bélico. Defiende Madrid junto con otros tanquistas, artilleros y soldados de infantería. Mrkva y sus amigos son los primeros tanquistas checoslovacos en la guerra. Ladislav Pískovský que sufrió heridas graves durante las batallas en Madrid, recordará más tarde:
Nuestras acciones bélicas estaban concentradas sobre todo en la frente de Madrid que tenía varias secciones donde afrontábamos los ataques fascistas contra la capital de España, Madrid. Conquistamos sus fortificaciones y los expulsamos fuera de Madrid hacia oeste. Éramos pocos y el número de los enemigos crecía con la llegada de los fascistas alemanes e italianos, por eso estábamos casi forzados a no dormir y los tanques se convirtieron en las casas donde resistimos hasta morir.
Una cita de la carta de Jan Mrkva a su hermana Cecilia:
Nuestro primer bautismo de fuego sufrimos en Madrid donde se concentraba gran presión y se necesitaba nuestra ayuda. Todos luchamos tratando de cumplir con nuestra tarea. Perdimos a dos amigos nuestros, pero las pérdidas fascistas eran grandísimas… Las tropas rebeldes se retiraron a sus posiciones originales con las cabezas sangrientas. Durante el corto tiempo logramos unos éxitos notables y participamos en las operaciones más importantes. Durante aquel tiempo llegamos a ser tan populares que cuando pasábamos por nuestras líneas después de la batalla, nuestras tropas nos aplaudían tan alto que ahogaban el fragor de los motores… ¡Éramos el muro de la frente principal!
Tenemos bastante información sobre la actividad de combate de Jan Mrkva, ya que Jan era el corresponsal de varios periódicos eslovacos y checos. Escribía noticias sobre su actuación en la guerra. En los artículos que se publicaban tanto en el periódico comunista Haló Noviny, como en el Rudé Slovácko, que salía en la ciudad checa de Hodonín, podemos ver que era un periodista y reportero talentoso si dejamos de lado su entusiasmo ideológico que aquel entonces era propio de la mayoría de los interbrigadistas.
La noticia falsa sobre la muerte de Jan Mrkva
En diciembre 1936 les llega a los queridos de Mrkva la siguiente noticia: Jan Mrkva ha muerto en las luchas de Madrid. Citamos a Haló Noviny de 2 de diciembre 1936:
En medio de las noticias más gozosas sobre los éxitos del ejercicio popular frente a los rebeldes fascistas, hay una que entristece los corazones de muchos de nosotros, una nueva que demuestra el heroísmo infinito de los defensores de Madrid y al mismo tiempo nos llena de orgullo que en la victoria grande sobre el fascismo van a participar nuestros chicos de Checoslovaquia. En el valiente combate de Madrid murió en las filas de la famosa brigada internacional el deportista eslovaco Jan Mrkva. ¿Quién en Žilina no conocía a este chico de cuerpo atlético y bonito y de corazón de oro, al deportista universal, excelente luchador, boxeador, atleta y futbolista? Jenda Mrkva, de 26 años, era miembro del club obrero AC Bratislava en cuyas filas consiguió el título de maestro júnior de Checoslovaquia y de maestro de Eslovaquia en el partido grecorromano de aficionados de peso semipesado…
Además, el artículo recuerda que Mrkva formó parte del equipo cuando se rodaba la película Jánošík del director Fri?. Describe su actividad en el movimiento obrero. Recuerda que justo antes de su ida a España participó en una gran asamblea en Lucerna en Praga con el fin de expresar la solidaridad al gobierno republicano español. “Dejó su profesión y se fue a tomarse la vida por la idea de progreso. En la carta que escribió en la época cuando la situación en el campo de batalla en Madrid había sido crítica, no dejaba de subrayar que la lucha del pueblo español tiene que terminar con su victoria…”
Dos días después, el mismo periódico desmiente la noticia sobre la muerte de Mrkva. Haló Noviny, 4 de diciembre 1936:
Algunos periódicos ya anunciaron que Jenda Mrkva que luchaba en la brigada internacional en Madrid, sucumbió a sus heridas. Según las últimas noticias de Madrid podemos compartir con todos que lo conocían que aún fue gravemente herido, gracias a la operación y asistencia médica se quedó vivo. Ahora mismo está en el hospital de Madrid y hay mucha esperanza de su recuperación.
Dos días después, el periódico Rudé Slovácko publicó el siguiente artículo:
Hace quince días desde que se difundió la noticia alegre de que el pueblo español venció sobre los generales rebeldes en la importante batalla de Madrid, la noticia llegó acompañada por otra, muy triste, y eso que en esta batalla murió uno de nuestros mejores amigos. No obstante, ya en el último número podíamos desmentir esta noticia: Jenda Mrkva sigue vivo, pero ahora mismo está luchando por su vida con una herida grave en el hospital madrileño, y hay esperanza que vaya a ganar esta batalla. Toda la región habla de Jenda Mrkva, los periódicos escriben de él. Incluso el periódico B?eclavský Kraj llegó con un artículo amable, aunque es una pena que prestara tan poca atención a los ideales por los que Mrkva se fue a luchar a España.
Cuando Jan Mrkva se enteró de estas noticias (su hermana Cecilia le envió los recortes del periódico), le respondió: “Es ya la segunda vez que los periódicos escriben sobre mi herida y muerte, pero no os sorprendáis. Estas noticias a tanta distancia no llegan de forma exacta, especialmente a principios de la revolución. Sin embargo, son tantas las veces en que me he encontrado cerca de la muerte, que hasta a mí me extraña de salir con tan sólo unas heridas ligeras…”
Lo cierto es que Jan Mrkva estuvo en el hospital en diciembre 1936 con una herida no especificada. Justo desde allí escribía sus cartas que luego salían en algunos periódicos checos y eslovacos. Al principio, Jan Mrkva enviaba sus cartas de España al periódico Slovenské Zvesti – politické, hospodárske, sociálne, kultúrne zo Slovenska i ze sveta.[2] Este diario se publicó entre 1936 y 1938 como el órgano informal del Partido Comunista de Checoslovaquia para Eslovaquia. Su último número salió 13 de octubre 1938. Hasta marzo 1938 mencionaban como editor y dueño del periódico a Viliam Široký que, más tarde, en la posguerra llegó a ser un alto funcionario del Partido Comunista de Checoslovaquia y Presidente del Gobierno.
Jan Mrkva tituló su primer artículo “El tanque Štefan Major en Madrid”: “No temo a la muerte porque soy consciente por lo que estoy luchando, lo sabemos todos. Solo creo que el proletariado español va a derrotar complemente al ejército de los generales y a sus ayudantes”.
El primer tanque de Jan Mrkva
Dos meses más tarde Jan Mrkva describe a sus lectores la batalla de Guadalajara, la ciudad en que los médicos checoslovacos van a dejar una huella profunda. Los lectores se enteran, por el artículo que escribe Jan, que este, ya con el grado de sargento, era el jefe de la tripulación de su tanque que, a petición suya, llevaba el nombre de “Stefan Major”.[3] Jan Mrkva escribe que pintó sobre el tanque la hoz y el martillo y el rótulo “Checoslovaque”, así como el lema Victoria o muerte.
A su hermana Cecilia le contó por carta lo siguiente: “El tanque… está manejado por jóvenes de cuatro nacionalidades: un español, un alemán, un mexicano y yo. Me siento muy feliz al lado de mis compañeros, junto al gigante de hierro, donde cada de sus partes llevaba marcas de callos de manos obreras…”
A principios del año 1937, los tanquistas formaron un nuevo batallón de tanques. Estaba formado por coches blindados del Ejército Popular español. La base de los coches blindados eran los bastidores de los camiones. Estaban armados con el armamento de los tanques soviéticos T-26 (cuyo origen era el tanque americano Vickers) y de los tanques de la serie BT (BT-6 y BT-7).
El batallón tanquista internacional se formó en Alcalá de Henares –una región con las típicas viñas y olivares– en un ex-latifundio que se convirtió en una cooperativa agraria. Según las memorias del otro tanquista checoslovaco en España, Oldrich Haken, el iracundo periodista Egon Erwin Kisch fue a visitar a los tanquistas: “…Se subió a un tanque. Aunque no se sintió nada entusiasmado por el recorrido, el conductor le dejó probar todos las trucos y sorpresas que ofrece la marcha en un vehículo con cadenas”.
Rudolf Šimácek, [4] al que conocimos en el capítulo de “La invitación a los policías de T?ebí?”, recuerda también a Egon Erwin Kisch. La narración de Rudolf Šimácek la conservó Miroslav Brož, autor del libro Hrdinové od Sokolova,[5] entre otros. Rudolf Šimá?ek recordó el momento en que uno de los coches blindados no logró a superar una curva cerrada y volcó. Mientras los tanquistas y los conductores trataban de enderezar el vehículo, un coche paró junto al grupo y de él salieron tres hombres que parecían turistas. Cada uno llevaba anteojos y cámaras de fotos. Trataron de fotografiar el siniestrado coche blindado. Rudolf Šimácek se lo prohibió con un gesto inequívoco. Los hombres empezaron a hablar en alemán. Šimácek les dijo en alemán que sus intentos eran vanos. Eso no los sacó de quicio y uno de ellos, un hombre con bombachos, les dijo a los demás en ruso que hicieran la pared, que iba a fotografiar el coche de todas formas:
Entonces les mandé a hacer gárgaras en ruso, contaba Rudolf Šimácek. Pero el hombre con bombachos era incansable y exclamó: ´Seguramente no habla checo, ¡en acción!´. No le quedó tiempo para nada más. Entonces sonó mi voz: ‘Si no quieres recibir un tortazo, ¡lárgate ahora mismo!’ Eso lo dejó pasmado, pero sólo por un rato. Me miró con desconfianza y me preguntó de dónde era. Ya no me quedaba tiempo ni paciencia para charlar. Me preguntó si no conocía a un tal Kisch. ¡Cómo podría no conocer al reportero iracundo! Le dije que lo había conocido (unos años había visto su foto en Rudé Právo). El hombre con bombachos sonrió y sacó del bolsillo su carné de periodista y me lo presentó con el brazo extendido: Egon Erwin Kisch. Le estreché la mano como un herrero y luego nos dimos un abrazo de hombres. Kisch me presentó a sus compañeros. Eran Ilja Erenburg y Michail Kolsov. Nos explicaron que habían estado en Madrid en el Congreso Internacional de Escritores antifascistas y ahora, igual que los demás delegados, se iban a visitar el frente…”
Al mismo tiempo, Jan Mrkva se estaba preparando para próximas batallas…
Max Cerny y Leopold Pokorny en el Jarama
A principios del año treinta y siete Max Cerny y Leopold Pokorny son miembros de la compañía Jan Žižka de Trocnov. Tanto Max como Leopold debieron de pasar antes por el procedimiento de ingreso habitual en Albacete. Desde ahí pasaron al campo de entrenamiento. El sitio donde estaban destinados era Mahora, Albacete. Mientras que Max ?erny no había hecho el servicio militar en Checoslovaquia (en 1936 tenía solo diecinueve años), Leopold, doce años mayor, sí lo había hecho, pasando por la escuela de suboficiales.
Max Cerny y Leopold Pokorny
En Mahora se concentran en ese momento más de cien checoslovacos. Estos crean finalmente la compañía de ametralladoras Jan Žižka de Trocnov. Esta compañía pasó a formar parte del batallón eslavo y balcánico, más tarde llamado Dimitrov. Estaba compuesto, como sabemos, de tres pelotones. El jefe del primer pelotón fue Antonin Kobylak. El del segundo pelotón fue Josef Kalaš. El tercer pelotón, formado sobre todo por húngaros eslovacos y ucranianos transcarpáticos, lo mandaba en ese momento el escritor Mate Zalka.[6]
Su armamento eran sobre todo ametralladoras Maxim soviéticas y las Colt americanas. En febrero de 1937 los miembros de la compañía Žižka, Max Cerny y Leopold Pokorny incluidos, intervinieron en la batalla del río Jarama. Tuvo lugar del 6 al 27 de febrero de 1937.
Madrid seguía siendo clave para la situación en España, recordaba Artur London en su libro España, España…. Esta vez intentó una resolución estratégica de la guerra en el Jarama. Quería separar Madrid de la carretera principal que comunicaba con el territorio republicano hacia Valencia, y al mismo tiempo conquistar una base adecuada para atacar Alcalá de Henares y de este modo rodear completamente Madrid.
Al rodear Madrid Franco quería, entre otras cosas, impedir el suministro de la ciudad. Para evitar esto, los republicanos prepararon su propio plan de ataque. De modo que alrededor del río Jarama se concentraron gradualmente las unidades republicanas de los comandantes Enrique Líster, comandante de la 11 División, y Juan Modesto, comandante del 5º Regimiento. A la vez empezaron a llegar los voluntarios internacionales.
Sin embargo el enemigo es más rápido. La mañana del 6 de febrero de 1937 ataca por tres lugares al mismo tiempo. Salen al ataque más de 40.000 hombres. Les apoyan centenares de tanques, vehículos blindados. También aviación y artillería.Los soldados de Franco consiguen avanzar por el ala izquierda diez quilómetros, hasta La Marañosa. Por el ala derecha las unidades antirrepublicanas llegan hasta la localidad de Ciempozuelos. El 11 de febrero los soldados de Franco cruzan el río Manzanares y se acercan a la carretera Madrid- Valencia. Luego serán rechazados.
El puente del río lo defienden voluntarios de la XII Brigada Internacional. Al amanecer del 12 de febrero de 1937 las tropas marroquíes atacan las posiciones de los voluntarios. La XII Brigada Internacional abre fuego de forma inmediata, desde su posición en una colina cercana. Los voluntarios de la XII Brigada Internacional son italianos, polacos y franceses, que mantienen sus posiciones y luchan hasta la última bala. Luchan contra los marroquíes con lo que tienen a mano, bayonetas, cuchillos… Los brigadistas saben que, si son derrotados, los franquistas controlarán la carretera vital Madrid-Valencia. Las unidades republicanas y los voluntarios internacionales pasan a un fuerte contraataque. En la primera ola combaten tanques. Sin embargo la infantería no llega a utilizar a tiempo esta ventaja.
Al día siguiente los franquistas prosiguen la ofensiva. La artillería de Franco llega a la orilla derecha del río. Los cañones golpean las líneas republicanas.
Para apoyar a los republicanos llegan nuevos voluntarios. El viernes 12 de febrero entran en combate también Max Cerny y Leopold Pokorny y, con ellos, otros miembros de la compañía Žižka. Los checoslovacos son considerados por sus comandantes, justificadamente, como los soldados más cualificados técnicamente. Eso se debe a que muchos de ellos vienen de Checoslovaquia con entrenamiento militar.
En la ancha llanura, cerca de los lugares donde el llano enlaza con la población de Morata de Tajuña, los miembros de la compañía Žižka viven un verdadero infierno. Los checoslovacos reciben la orden de sostener esta posición a cualquier precio ya que, en caso contrario, Franco tendrá vía libre hacia el valle del río Tajuña. Ya en los primeros momentos de la batalla caen 40 estudiantes yugoslavos, miembros de la compañía de infantería. Unos muchachos sin entrenamiento suficiente recibieron sus fusiles justo antes del ataque…
Entran en combate más voluntarios. Miembros de las Brigadas Internacionales XI, XII, XIV y XV. La batalla es muy cruel. Los historiadores la llamaran más adelante el Verdun español. Durante los días siguientes el ataque de las tropas del general Franco empieza a perder fuerza. Los republicanos y los voluntarios internacionales consiguen de forma gradual expulsar al enemigo la mayoría del terreno ocupado. Continúan con la ofensiva. En el llano sangriento mueren a diario decenas de voluntarios. A menudo se les sacrifica solo por unos pocos metros de terreno conquistado. Los combates más fuertes tienen lugar entre el 13 y el 15 de febrero.
Intervendrán también más de 400 voluntarios del batallón Abraham Lincoln: norteamericanos, canadienses, cubanos, irlandeses… 127 de ellos caen durante un breve ataque. Es una masacre. Los voluntarios se levantan una y otra vez de sus trincheras, atacando una y otra vez. Pero se convierten en carne de cañón de las ametralladoras del enemigo. El 27 de febrero intentan liquidar una posición avanzada de las fuerzas antirrepublicanas. Sin embargo intervienen causas de fuerza mayor. La prometida operación de ataque queda detenida por el estallido de una violenta tormenta. La batalla del Jarama ha terminado. Los voluntarios del Batallón Lincoln cantarán meses más tarde la canción “Jarama Valley”, con la música de la canción “The Red river Valley”.
En la batalla del Jarama los republicanos y los voluntarios perdieron 15.000 hombres. El otro bando perdió 20.000. (Algunos historiadores contemporáneos indican 10.000 hombres en cada uno de los bandos.) Los muertos permanecieron en el valle del Jarama. Al menos una buena parte de ellos. En tumbas anónimas. Me doy cuenta de ello al caminar por este valle. Hasta hoy se pueden ver las trincheras, profundizadas por los cañonazos. Entre los muertos hubo algunos soviéticos[7]. Algunos serán enterrados el cementerio de Morata, aunque la mayoría lo fueron en el cementerio de Fuencarral, al norte de Madrid. Después de 1939 el general Franco ordenó que fueran exhumados y sus restos se vertieron como basura tras los muros del cementerio…
En memoria de la sangrienta batalla del Jarama la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales (AABI) organiza cada año una caminata por los lugares donde tuvieron lugar los combates. Al cabo de dos semanas el llano vive fuertes combates. Se lucha con fusiles, granadas, a menudo se llega a la bayoneta. Cuando se terminan las granadas, los brigadistas detienen a los tanques italianos con un disparo preciso a sus orugas.
El comandante del batallón Dimitrov, Michal Szalvay “Chapajev”, en sus informes caracterizó a los miembros de la compañía Jan Žižka de Trocnov con las siguientes palabras:
Chapaiev (con boina, sentado en el centro), en el puesto de mando del Dimitrov
Aquí en España, lejos de la patria, los checoslovacos demostraron coraje y sacrificio. Trajeron consigo el ansia de libertad y democracia, y lo que es más importante, su capacidad militar, que prestó un gran servicio al pueblo español… Su comportamiento en la lucha y la forma como se orientaron sobre el terreno demostró lo efectivo de su entrenamiento militar.
Los miembros de la compañía Žižka constituían entonces una unidad compacta y perfectamente entrenada. En este aspecto eran superiores a los grupos de otras nacionalidades. Artur London en el libro España, España… publicó el texto del comisario político del batallón Dimitrov, el búlgaro Tabakov. Es interesante para lo que nos ocupa, porque acertó a definir la psicología de los voluntarios checoslovacos:
En las pausas entre combates debaten todo el tiempo, constantemente quieren demostrar algo a alguien, critican a su comandante, a menudo exageran sus errores e insuficiencias. Sin embargo cuando empieza la lucha, todo se detiene. Agarran el arma y no abandonan la posición si no les llega la orden. Por su coraje, su capacidad y disciplina en la lucha y su capacidad de manejar las armas, la compañía Žižka está al frente de este batallón heroico…
A pesar de que la batalla del Jarama había terminado, Max Cerny permaneció en el frente del Jarama, y con él otros camaradas de la compañía, hasta el 16 de junio del año treinta y siete. Los soldados de la compañía Žižka bautizaron a su posición como “colmenar”, ya que alrededor zumbaban los disparos enemigos. La mayoría eran “saludos” de los tiradores marroquíes. Los brigadistas sin embargo construyeron a su alrededor un perfecto nido de ametralladoras. En julio la compañía Jan Žižka se verá involucrada en otros duros combates en la batalla de Brunete.
Mientras tanto, a finales de abril de 1937, la XV BI goza de un pequeño descanso, con convalecencia incluida, en la encantadora población de Alcalá de Henares, unos 30 kilómetros al noreste de Madrid. Era el lugar de nacimiento de Miguel de Cervantes, el famoso autor del Quijote. Una ciudad universitaria con varios edificios famosos y una catedral que unas décadas después llegaría al listado de la UNESCO…
El autosacrificio de Leopold Pokorny
“¡Queridos! Reciban de mi parte un saludo sincero y mi recuerdo constante. ¿Qué están haciendo ahora? ¿Qué hay de nuevo con ustedes?“
Es la carta que Leopold Pokorny escribe el 21 de marzo de 1937. La dirección que menciona la mencionaron igualmente los otros miembros de las brigadas internacionales: Sessora Roja Internacional [8] 181, Plaza del Altozano, Albacete, España. A partir de ahí, las cartas salen hacia sus destinatarios en las posiciones del frente.Leopold Pokorny responde a un artículo del periódico de Melantrich A-Zeta que menciona, como dice Pokorny, “a los voluntarios checoslovacos seducidos por España”.
La información sobre este artículo la trajo el periódico Rudé Právo (la Ley Roja) el 7 de marzo de 1937. Sobre este artículo señaló Pokorny, como escribió Josef Kuba –un compatriota de T?ebí?– quien envió a la policía de T?ebí? una carta familiar de burla.
Leopold Pokorny escribe en su carta:
Después de leer este artículo, debo decirles que el periodista de A-zeta es un mentiroso profano. Las proporciones en las Brigadas Internacionales no son como informa A-zeta… Puedo decirles que a los voluntarios nadie les prometió nada. En nuestra compañía de ametralladoras hay un aviador nuestro que quiere llegar a la Fuerza Aérea. Nadie le prometió nada y él mismo no espera ningún beneficio. Fuimos a España para luchar contra el fascismo internacional, que solo puede ser derrotado por una clase trabajadora unificada; gracias a todos nosotros el mundo será mejor.
Ahora voy a escribir algo a ti y tus amigos sobre nuestro batallón, que llegó hace 37 días al frente del Jarama, cerca de Madrid. ¿Y qué hacen algunos líderes de los partidos socialistas en nuestro país? El hecho es que algunos de ellos están avergonzando, en algunas de sus revistas, a quienes dirigen a la clase trabajadora en la lucha contra el fascismo.Aquí esperamos que la clase obrera de nuestro país se reconozca con los líderes que defienden la unificación de la clase obrera y que de forma activa trabajan contra el fascismo…
Antes de marchar [a España], estaba preparado para cualquier cosa que conllevara la guerra. También para soportar el hambre. Tengo que decirles que, por lo que sabemos hasta ahora, nadie ha conocido el hambre. El suministro es bueno. El estado de ánimo de la población es antifascista por lo que, de no haber sido por la intervención militar de Alemania e Italia, los fascistas habrían sido echados fuera hace mucho…
Al final de la carta, Leopold Pokorny envía saludos a sus amigos de la fábrica de zapatos All Right en Starecka y pide a sus familiares que le envíen un diccionario checo-español, que no le llegaría…
Años después contará su compañero Jaroslav Jarin Hosek:
Polda (Leopold) era uno de los compañeros más activos y disciplinados. Cuando necesitaba su ayuda como trabajador político, Polda siempre estaba dispuesto y me ayudaba a resolver cualquier problema. Cada momento llegaba y con iniciativa decía: ‘Usted sabe, Jarin, que tenemos que hacer algo por los niños de la localidad o por las mujeres de la localidad. O también: ‘Que se debe ayudar a los agricultores locales a arar. Es necesario contarles a los niños lo que hay en casa y en el nuevo mundo’. Bromeaba y relacionaba su verbo “deber” con el nombre de su lugar de nacimiento: Trebíc.
Le dije: ‘Eso es todo lo que hay; con una iniciativa de este tipo y con todo el mundo con un sentido tan desarrollado de la responsabilidad, entonces, ¿que se necesita?’ Y él respondía con modestia: ‘Tal vez tengas razón. Tal vez nuestro Trebíc tiene un nombre similar’. Pero luego trataba de resolver el asunto y se ponía a trabajar.
80 años después camino por el valle del río Tajuña, a 32 kilómetros de Madrid. Estoy viviendo los primeros momentos en Morata de Tajuña, una ciudad de ocho mil habitantes. Es una típica ciudad española, con una arquitectura interesante, que en el momento de la Guerra Civil se convirtió en un importante lugar estratégico en la defensa de la capital
Tumba de Leopold Pokorny en el cementerio de Morata (foto de 1937)
Voy al restaurante Mesón El Cid para visitar un museo donde se puede aprender mucho sobre la batalla de Jarama. Veo cosas que han encontrado los arqueólogos en el campo a lo largo de los años: cantimploras, latas, cartuchos, piezas de metralla… Tomo un buen café solo y luego voy al cementerio. Me dirijo directamente a la placa memorial, ubicado en el lugar donde está la fosa común de los caídos. El cementerio se encuentra a pocos kilómetros de donde tuvo lugar el último combate de Leopold Pokorny.
Y tal vez en las cercanías de este cementerio, en los tiempos de lucha violenta, tuvo sus posiciones la batería antiaérea “Klement Gottwald”. Uno de sus miembros, el paisano de Pokorný de Trebíc, Vilém Vidlák (1898-1968), recordará más tarde: “Estábamos junto al cementerio y sabíamos que no esperaríamos mucho. El centinela informó que los aviones enemigos estaban en el horizonte. Entonces empezó el primer combate real de la guerra. En ese momento abatimos dos bombarderos Junkers…”
Es el 5 de abril de 1937 (según otras fuentes fue el día anterior). Los estadounidenses del batallón Abraham Lincoln y los voluntarios del Batallón polaco Dombrowski están bajo un fuerte fuego enemigo. El voluntario checoslovaco Jaroslav “Jarin” Hošek recordará más tarde: “En particular, las posiciones de los amigos estadounidenses han sido expuestas por los fascistas al fuego feroz e intenso de todas las armas. Parecía que los fascistas querían diezmar todo lo que estuviera vivo de los estadounidenses y abrirse paso hacia nuestra retaguardia.
El comandante del Batallón de Dimitrov decide contraatacar. Él quiere salvar a los estadounidenses y a los polacos del asedio. El plan es claro: desde las trincheras del Batallón Dimitrov, y por lo tanto de las ametralladoras de Jan Žižka de Trocnov que están involucradas en la lucha, los voluntarios deben entrar en acción siguiendo órdenes. Su tarea será iniciar un fuego concentrado, confundir al enemigo y convencerlo de que todo el batallón va a contraatacar. Sin embargo, de antemano está claro que los valerosos hombres que en esta situación dejan las trincheras para lanzarse al combate directo están realmente condenados a muerte.Hubiera sido un milagro si hubieran sobrevivido. “El primero en estar listo, sin pensárselo, para sacrificarse en una lucha común fue Polda Pokorny. Sólo unos pocos lo siguieron “, recordará después Jaroslav Hošek.
Resonó el orden. Los escuadrones de la muerte son en su mayoría checoslovacos, saltan de las trincheras y corren hacia al campo libre. Leopold Pokorny deja su posición. Los voluntarios se encuentran en terreno abierto y sin protección. Momentos de locura, los hombres corren, corren, si es posible, y siguen disparando.
El ardid tiene éxito. Los franquistas inmediatamente cambian la dirección del fuego, la dirección de la lucha. Ahora los miembros del Batallón Lincoln y del Batallón Dambrowski, a quienes los enemigos dejan de prestar atención por un momento, pueden escapar del alcance del fuego mortal. Están en salvo. Del grupo de candidatos a la muerte que han demostrado una valentía increíble, sólo sobrevive uno. Leopold Pokorny no.
Jaroslav Hošek, que resultó herido y llegó al hospital de campaña, escribió más tarde sobre sus “amigos estadounidenses y amigos polacos heridos en este combate, que hablaron con amor y gratitud, reconociendo la gran iniciativa heroica de los checoslovacos, quienes, a través de su sacrificio y solidaridad, salvaron a cientos de ellos…”
Vilém Vidlak (más tarde subcomandante de la batería de artillería checoslovaca Klement Gottwald) envía a Trebíc un informe sobre la muerte de Leopold Pokorny. En carta dirigida a su padre dice: “Destrozó dos tanques enemigos, pero un tercer tanque le impactó en la cabeza.”
Un año más tarde, el 5 de abril de 1938, los compañeros de Leopold Pokorny enT?ebí?, encabezados por Antonín Kalina[9] convocan un acto de recuerdo por el caído. En la invitación al programa de la reunión estaba escrito, que tendría lugar en el salón de la Casa de los Trabajadores en Trebíc y que incluiría, entre otras cosas, un discurso del compañero de Pokorny,Jarina Hoška. Una memoria de agonía por el caído fue permitida, después de que Antonin Kalina hubo presentado un plan detallado del evento que incluyó los nombres de los poemas que estaban aquí. Luego, el organizador del evento, Antonín Kalin recibió una carta de la entonces oficina del distrito en Trebíc:
De acuerdo con las disposiciones del § 6 de la Ley de la Ley de la Asamblea del 15 de noviembre de 1867 no. 135, la oficina del distrito en Trebíc lo cancela por las razones públicas calmar y ordenar su moción del 29 de marzo de 1938, no. 7345-IV, por las que se le permitió organizar en el día 5 de abril de 1938 a las 20.00 en la casa de la clase trabajadora en Trebíc, la memoria de la agonía por la caída de Leopold Pokorny ‘, se prohíbe la realización de esta asamblea de acceso público debido a su naturaleza política.
Decenas de años después, peregrino de cuerpo y alma, Jindrich Smejkal, en su libro Las Memorias Inundadas, dedicó al peregrino en cuerpo y alma Leopold Pokorny las siguientes líneas:
No te conocía, como nadie más puede recordarte. Creo que muchos de esos cazadores decentes que ni siquiera te conocieron, hoy estarían honrados por tu heroísmo a lo largo de tu vida. Tú eras uno de nosotros. Te arrastraste por el valle de nuestro río con una bolsa llena de pobreza mucho antes que ellos, y viviste en un asentamiento (Río de la Plata en Czechia llamado Río plateado) que contará siempre con el respeto de todos aquellos que se han unido a su vida de peregrino con el Río plateado. Creo que no importa si lo hacen en su valle o en la superficie de las aguas de la represa.
Los restos de Leopold Pokorny se depositaron en una fosa común en el pueblo de Morata de Tajuña. En el cementerio local, donde el año 1994 se erigió una placa memorial. Y donde una tarde de otoño de 2017 se encendió una vela en honor a Leopold Pokorny y sus otros amigos, que salvaron con su coraje suicida a cientos de sus camaradas estadounidenses y polacos en abril de 1937.
[1] El deportista Ján Mrkva
[2] Noticia eslovacas – políticas, financieras, sociales, culturales de Eslovaquia y del mundo.
[3] Štefan Major (1887–1963). Profesor de origen húngaro y, entonces, uno de los funcionarios comunistas más destacados en Eslovaquia. Durante el período de 1925 – 1932 fue diputado en la Asamblea General por el Partido Comunista.
[4] Llegó a España desde la URSS, donde se había graduado en la escuela militar en la ciudad de Riazán. Durante la Segunda Guerra Mundial luchará en las líneas checoslovacas con la URSS dónde participará en las batallas más sangrientas, empezando por la batalla de Sokolov y terminando con la batalla de Dukla.
[5] Los héroes del Sokolov
[6] Su verdadero nombre era Bela Frankl. En España actuó bajo el nombre de Pavel Lukacs y cayó el 11 de junio de 1937. En los años noventa sus restos fueron llevados a Hungría y enterrados con honores en el tribunal militar de Budapest.
[7] En total murieron en España 190 soviéticos.
[8] Probablemente quiere decir Socorro Rojo Internacional.
[9] Años después de su muerte, entrará en la Memoria mundial como la persona que, como prisionero del campo de concentración de Buchenwald, salvó increíblemente a 1.000 niños, principalmente judíos. Por esa razón recibiría de Israel el mayor premio como “Justo entre las Naciones”.