Batalla Ebro Sep 1
La contención de la 4ª contraofensiva franquista al este de Corbera d’Ebre
Publicamos el capitulo XXVI (Aproximación bajo el fuego enemigo) de la magistral obra de Julián Henríquez Caubín, La batalla del Ebro. Maniobra de una división. Quién mejor que el Jefe de Estado Mayor de la 35 división interenacional para explicar las evoluciones de esta unidad que cumplió un papel esencial durante los dos primeros meses de la batalla
Días 6 y 7 de Septiembre
La situación propia en el Sector cubierto por la 11ª División iba empeorando de minuto a minuto. El enemigo sin tropezar casi con resistencia continuaba su ascensión hacia la cota 565. El Jefe del Ejército consideró muy justamente que no se podía esperar más. Y a tal efecto nos dio órdenes verbales de guarnecer con un Batallón dicha cota. Sin perder momento, y verbalmente también transmitimos la orden correspondiente al Jefe de la XI Brigada, cuyas Unidades eran las más próximas al lugar afectado.
Debía emplear para ello el Batallón que tenía en reserva, o sea el 41(Thaelman), a fin de no alterar de momento el dispositivo que teníamos ante el nudo de Camposines. La misión a desarrollar por la citada Unidad era la de ocupar la cota 551 al SO de la 565, a cuyo efecto se trasladaría rápidamente y a pié por el camino de Mas de Albarés, trazado en el fondo del foso que dividía las Sierras de Caballs y de Lavall de la Torre. Dicho camino no estaba apto para la circulación de vehículos. A los efectos de evitar todo error de interpretación, un Oficial del EM de la Brigada debería acompañar al citado Batallón hacia su destino hasta dejarlo instalado.
Poco después comunicábamos al Batallón 41 ya en ruta, la necesidad de desplegar en guerrillas antes de llegar a las proximidades de la cota 565, ordenándole al mismo tiempo que apresurase su marcha único modo de anticiparse a la que el enemigo había emprendido sobre dicha cota.
Súbitamente, la situación al Norte de la carretera general se tornó igualmente difícil. El enemigo, pese a que sus tanques no habían podido avanzar por la eficaz actuación de nuestra Artillería, pudo destacar las vanguardias de su infantería más acá del kilómetro 450 de la carretera alcanzando la vertiente oriental del barranco de Bremoñosa sin encontrar resistencia alguna por parte nuestra. Los núcleos de la 11ª División resistían solamente al sur de la carretera general, en las estribaciones de la sierra de Lavall de la Torre.
Dos soluciones teníamos: una, dejar que el enemigo se aproximase completamente a la línea de vigilancia que la 35 División había establecido, o fijarlo delante de ella puesto que el terreno por su configuración topográfica se prestaba para una eficaz resistencia. El Jefe del Ejército (Modesto) optó por la última solución.
Rápidamente consideradas nuestras posibilidades, y la escasez de reservas del Ejército del Ebro, no era prudente desguarnecer de golpe las líneas que nuestra 35 División había establecido para la defensa del nudo de Camposines. Nos quedaba un recurso para no alterar nuestro dispositivo en las líneas de vigilancia y de reserva, así como en la posición intermedia constituida sobre Coll de Coso. Tal recurso consistía en lanzar a la línea de fuego a nuestra reserva, constituida por la XV Brigada Mixta.
Había un gravísimo inconveniente, y era que tal Brigada se encontraba a más de diez kilómetros del Barranco de Bremoñosa. Su marcha a pie emplearía más de dos horas, tiempo más que suficiente para que el enemigo alcanzase las primeras líneas de nuestro dispositivo. Sin embargo, una llamada telefónica a nuestros Servicios de Tren y un cálculo rápidamente hecho, nos permitía asegurar una movilización fulminante de tal Brigada. Treinta camiones con que contábamos hacían posible en dos columnas el transporte de las primeras Unidades.
La maniobra era arriesgadísima, por cuanto tal masa de transporte presentaba un blanco tan vulnerable que cada proyectil enemigo podría destruir nuestras tropas por Secciones enteras. Sin posibilidad de emplear tiempo en considerar todos los factores que se oponían a tal determinación, dimos las correspondientes órdenes a nuestro Servicio de Tren, al mismo tiempo que comunicábamos a la XV Brigada que estuviese lista para abordar los camiones.
En el breve intervalo de que disponíamos, hubimos de cursar con un motorista una orden a nuestra Compañía de Tanques a fin de que desplegasen como pudiesen en las inmediaciones del km 451 de la carretera y formasen un tapón provisional ante el avance enemigo, despliegue que al mismo tiempo debía ser la barrera que impidiese a nuestra columna de camiones adentrarse por error dentro del dispositivo enemigo. Toda nuestra artillería, tanto la de apoyo directo como la de conjunto que por su despliegue podía batir las inmediaciones de la carretera por delante de nuestros tanques recibió orden de disparar a la cadencia máxima desde el momento que el primer camión asomase al cruce de Venta de Camposines.
Como mínimo, dábamos por descontado que perderíamos el material rodante. No obstante la febril actividad que para nosotros implicaba la ejecución de las medidas que estábamos tomando, y aunque de la tremenda responsabilidad en que incurríamos caso de resultar aniquilada la columna nos libraba en parte la presencia personal del propio Jefe del Ejército, no quisimos que tal acto quedase reducido a meras órdenes verbales, muy especialmente, para evitar en el Jefe de la XV Brigada todo sentimiento de inseguridad que pudiera producirse en su ánimo.
La aviación adversaria hacía pocos minutos que acababa de desaparecer de nuestro cielo. Contábamos con un factor tan incierto con respecto a ella, como el de suponer que se había retirado con un margen de seguridades respecto al avance de sus camaradas de tierra. Aún siendo así, sólo la rapidez de nuestro movimiento podía salvamos. Y de todos modos únicamente el azar podía decir la última palabra, por cuanto no era imposible que una otra oleada de bombarderos viniese sobre otros objetivos y accidentalmente encontrase sobre la carretera nuestra columna en marcha.
No hubo necesidad de recomendar a la tropa que actuasen con celeridad para subir a los camiones. No más de dos minutos estuvieron parados los vehículos sobre la carretera en el punto de embarque. El orden fue perfecto. Y quince minutos más tarde, al amparo de la barrera tendida por nuestra artillería, y del ruido de los tanques en movimiento, los hombres habían desembarcado en el kilómetro 452 de la carretera.
Cómo lograron dar vuelta los camiones y retirarse, es cosa que no nos atrevemos a decir, pues una vez desembarcada la fuerza de Infantería, y mientras seguíamos su carrera en guerrillas a ambos lados de la carretera, cuando quisimos darnos cuenta la carretera estaba libre. Veinte minutos más tarde llegó la segunda columna, repitiéndose exactamente el mismo fenómeno. La aviación enemiga hizo acto de presencia, pero ya era tarde para impedirnos el movimiento. Lo mismo ocurrió a su artillería.
Repetimos: dábamos por descontada la pérdida total de nuestros medios de transporte. Nuestra sorpresa fue grande cuando, por la noche, el Jefe de los Servicios de Tren de nuestra División nos dio la novedad de que el material estaba intacto a excepción del coche ligero del E.M. de la División, que había sido alcanzado por un proyectil de artillería.
A las 17.30 horas, el 57 batallón (British) que la XV Brigada había decidido mantener en reserva, llegaba a pie a la zona designada, dándose en tal momento por terminado el traslado. El bombardeo de aviación y de artillería que hubimos de soportar fue extraordinariamente intenso.
El dispositivo que adoptó la XV Brigada fue el siguiente:
El 58 Batallón (Lincoln) se dirigió al Sur del kilómetro 452 de la carretera general, hasta encontrar con su flanco Sur al Batallón de Ametralladoras de la 11ª División, que guarecía la cota 424 de Lavall de la Torre, y avanzando sus vanguardias en dirección Este encontró algunos núcleos de tropas de la  41 División propia, y estableció contacto con el enemigo impidiéndole bajar la vertiente occidental de la vaguada por donde discurre el comino de Mas de Albarés. Entre el Batallón de Ametralladoras de la 11ª División, y la línea enemiga, se habían mantenido varias Unidades de la 9ªÂ Brigada de la 11ª División, quedando por tanto tal Batallón de Ametralladoras en segunda línea.
El 59 Batallón (Spanish) marchó a caballo de la carretera General, enlazando por el Sur con el 58 batallón y estableciéndose el enlace táctico sobre la curva 300, dominando la entrada del camino de Mas de Albarés. Montó sobre la carretera a la altura del kilómetro 451,5 y apoyó sólidamente su flanco norte en la cota 287, asegurando la posesión de tal punto que constituyó ulteriormente un Centro de resistencia de gran valor táctico según veremos.
El 60 Batallón (MacPaps), desde el lugar de desembarque fue lanzado directamente por el Norte de la carretera sobre las cotas 362 y 368, a fin de reforzar la pequeña guarnición que corno posición avanzada tenía allí la XIII Brigada Mixta, y que en tales momentos estaban siendo asaltadas por fuerzas enemigas que en gran número llegó a ocupar dichas cotas. Tal Batallón llegó a las mismas cuando el enemigo acababa de instalarse en ella, contraatacando de inmediato con gran violencia la cota 362, logrando solo compartida con el enemigo, quedando entre unos y otros apenas un espacio de 50 metros.
El Batallón 57, así como la Compañía Especial de Ametralladoras de la XV Brigada, a su llegada fueron situados al amparo de la cota 287 al Norte de la carretera. Se colocó en tal punto la reserva dada la ausencia absoluta de otras fuerzas de la 11ª División en aquella zona.
El enemigo, sorprendido seguramente por nuestra maniobra, se paró en seco. La acción de fuegos que intensamente mantuvo nuestra Artillería obrando espontáneamente y con feliz iniciativa, así como los rápidos movimientos de nuestros tanques que se multiplicaban en aquel reducido espacio, dando la sensación de un número mayor del que en realidad disponíamos, todo ello unido a la acometividad de nuestros infantes, nos permitió alcanzar la noche con una superioridad que algunas veces suele ser decisiva en la guerra: la de saber mejor que el enemigo cuál era la situación real del Sector.
Entretanto, el 41 batallón (Thaelman) de la XI Brigada, que como se recordará había sido enviado al mediodía para ocupar las cotas 551 y 565, tropezaba a su llegada al cuello entre esta última y el vértice Caballs con un mortífero fuego enemigo que partía de dicha cota 565. Por aquel flanco, habíamos llegado unos minutos más tarde, confirmando desgraciadamente las informaciones de nuestro Observatorio nº 1 del Vértice Caballs, que durante la segunda mitad de la jornada vino informando a nuestro E.M. de la ocupación por el enemigo de la cota 565 primero y de la 551 después.
El Batallón Especial de Ametralladoras del Ejército había logrado ocupar a tiempo la Sierra de Caballs en las inmediaciones del vértice del mismo nombre y había enlazado fuertemente con el flanco derecho de la 43ª División. Unas y otras fuerzas contenían los núcleos dispersos de la 11ª División, reorganizándolos rápidamente y devolviéndolos a la línea. La aviación enemiga se mostró implacable durante toda la tarde y no suspendió su actividad ni con la llegada de la noche. Ávidamente buscaba en nuestra retaguardia, en la otra orilla del río, las caravanas de los «ingentes» refuerzos que suponían nos estaban llegando desde la tarde anterior.
Así quedaron las posiciones el 9 de septiembre, según el mapa de Henríquez Caubín: