Merino 14D
Homenaje a Pedro Mateo Merino
Crónica de Paco Gómez
En el centro cívico de Móstoles “Rompe el círculo” tuvo lugar el 14 de diciembre una charla de Severiano Montero basada en la autobiografía de Pedro Mateo Merino, “Por vuestra libertad y la nuestra”, lema que fue del levantamiento polaco de 1830 contra el zarismo y que el batallón Dombrowski asumió como propio. El libro prologado por el historiador Tuñón de Lara lo distribuye la AABI.
El acto se inicia con las palabras de la representante de Izquierda Castellana; con ellas además de dar la bienvenida se refiere a la necesidad de conocer la figura de quien luchó en la Guerra Civil en defensa de la República. Su ejemplo es necesario, tanto entonces como ahora.
Miguel Angel Ortega, que le conoció muy bien por las muchas horas de conversación tenidas, cuenta algunos aspectos de su vida y de su pensamiento. En ellos destaca su espíritu revolucionario, su antidogmatismo y carácter crítico ajeno a las consignas impuestas, además de su militancia comunista hasta el final de su vida. Su pasión por el estudio y conocimiento serían la base del análisis de la realidad.
Nacido en 1914 en Humanes de Mohernando, Guadalajara, en una familia campesina, se trasladó a Madrid, donde terminó el Bachillerato y comenzó los estudios de Ciencias en la Universidad Central. Se incorpora al movimiento estudiantil y toma parte en la caída de Primo de Rivera y de la monarquía sufriendo persecución y cárcel. Más tarde con el triunfo de la República milita en el PCE y al comienzo de la guerra se incorpora voluntario a la milicia.
Termina la guerra y llega el exilio, Francia, URSS, donde cursa estudios militares y economía política, además de enseñar, participa también en la defensa de Moscú del cerco alemán en la 2ª guerra mundial.. Es nombrado coronel del ejército, pasa a Yugoslavia donde se convierte en asesor militar de Tito, y en los 60 instructor de las Fuerzas Revolucionarias Cubanas. Después de 33 años regresa a España. Son los años 70.
La intervención de Severiano, presentado por Andrés Chamorro, vecino de Móstoles y también miembro de la AABI, se centra en el libro de Merino que él mismo subtitula como “Andanzas y reflexiones de un combatiente republicano”. Son estos dos motivos los que hilvanan sus palabras.
La figura de Pedro es necesaria rescatarla de las sombras y qué mejor oportunidad que la del justo homenaje que se está preparando para el próximo año y que, desafortunadamente no se pudo hacer en 2012, centenario de su nacimiento.
Su libro se centra en hechos vividos por él mismo, responsable político y militar, junto a las reflexiones y conclusiones de sus experiencias. Si hubiera que destacar lo más notable, sería su extraordinaria capacidad táctica para aplicar los planes estratégicos del alto mando. De su actitud, conocimiento, capacidad de mando y forma de afrontar los combates se deriva la confianza de sus superiores para suceder al general Walter al frente de la 35 División Internacional. Era un joven de 26 años dirigiendo una división de 12.000 hombres a los que supo mandar con acierto, ya que su autoridad moral y dialogante permitió la resolución de las dificultades.
La lectura de algunos fragmentos sirve para conocer, por ejemplo, cómo antes del levantamiento, su defensa de los valores republicanos se oponía al mesianismo fascista que se palpaba en el ambiente. Otro fragmento evoca una conversación con su padre en donde plantea la guerra como una lucha en legítima defensa. En otro recuerda al pueblo republicano de Madrid que, a fuerza de insistir frente a la pusilanimidad de Azaña y Casares Quiroga, consigue las armas para defender la libertad frente al fascismo español e internacional.
Somosierra, Pozuelo, El Pardo, Brunete, Teruel, Lérida y el Ebro, antes de la ofensiva de diciembre del 38 sobre Cataluña, jalonan los tres años de guerra que ocuparon los afanes de Mateo Merino. En el año 96, fecha del 1er homenaje a los brigadistas internacionales, celebrado en el Palacio de los Deportes de Madrid, fue emotivo ver como sus antiguos soldados se cuadraban delante de su jefe. Su autoridad moral seguía viva entre aquellos a los que siempre había defendido.
Termina la intervención con una llamada a la lectura del libro, seguida de un coloquio.
¡Ah! Y un aperitivo final muy bien traído por nuestros amigos organizadores.