Hamburg May 14
IV Jornadas Antifascistas en el Puerto de Hamburgo
30 de Mayo 2014 – 01 de Junio 2014
Como se viene haciendo desde hace cuatro años, se van a celebrar unas jornadas antifascistas en Hamburgo. Aquí se puede ver el Programa de Actos.
En 2011 las Jornadas estuvieron dedicadas al marinero antifascista austriaco Wolff Hoffmann y contaron con la presencia de su hermano Gerthard Hoffman, quien cayó enfermo a su regreso a Viena. Se puede ver aquí una crónica en inglés de la celebración del año 2012.
Wolff Hoffman vino a luchar contra el fascismo participando en la defensa de Madrid y siguientes batallas hasta que cayó herido. Durante la batalla de Teruel le escribió a su hermano menor Gert, que se decidió a sumarse a la lucha. Los destinos después de la guerra fueron divergentes. Gert pasó de los campos de concentración franceses a la Resistencia contra los nazis en Francia. Wolff fue apresado por estos y llevado al campo de concentración de Dachau y de allí al campo de exterminio de Ross Grossen, donde murió como otros 5 miembros de las brigadas internacionales, entre ellos los austriacos Franz Kasteiner y Josef Zwonarich. De los 125.000 prisioneros que pasaron por el campo perecieron 40.000.
Gert Hoffman ha escrito sobre su hermano el siguiente esbozo biográfico:
Wolf Hoffmann
Un marinero de Viena
En el verano de 1929 el hijo de diecisiete años de un abogado vienés decide dejar su bien provisto hogar y buscar su fortuna en el vasto mundo. Esto para los padres era un momento doloroso; la madre pasó horas sentada detrás de la ventana que daba en la dirección de donde debía de volver el hijo al topar con las adversidades de la vida. Ella no se explicaba por qué el hijo al que se le daba todo cariño en casa se hubiese alejado.
Pero Wolfgang no se agachó a las adversidades; escribió desde Leipzig pidiendo dinero y anunciando su decisión de seguir camino hasta Hamburgo, buscar un barco y el empleo como marinero. Parece que el único motivo era la busca de la aventura. El padre no vio como cambiar los deseos del hijo y le procuró el contacto con una compañía de navegación austriaca con sede en Hamburgo. Wolfgang se presentó en ella y fue aceptado para trabajar en el velero motorizado “Steiermark”. Este barco era una minúscula embarcación que solía cabecear cómodamente a lo largo del litoral noruego hasta el mar polar y de regreso a Hamburgo, y era en ella donde el muchacho inició su carrera de marinero.
Suena como milagro que este hijo mimado, criado en un hogar burgués, hubiese soportado y superado las muchas adversidades de su nueva posición: el rudo trabajo, las vigilias nocturnas, la extraña alimentación, las burlas de los compañeros de trabajo, el lenguaje que era el platt, que se asemeja al holandés, y el mal de mar de los primeros días. Pero Wolfgang era tenaz, fuerte y confiado, y se impuso.
Para navidades del 1929 volvió a Viena de visita, vació las provisiones de ron de mamá y pareció crecido de una cabeza. No había duda: le encantaba esa vida de marinero. Volvió a Hamburgo, se encontró un barco mayor y navegó en él hacia norte, pasando los fiordos noruegos que le encantaban y sobre los que escribió largas cartas a los suyos.
En el curso de los años treinta, tras el derrumbe económico de la bolsa de Nueva York aumentó el desempleo en toda Europa, se expandió la pobreza, incluso se pasaba hambre, no se consumía y, como consecuencia, no se movían las mercancías, los barcos no zarpaban, los marineros quedaban sin empleo, poblaron ociosos las tabernas en los puertos, en espera de un barco que saliese.
A Wolfgang le pilló en Danzig ese fatal año de 1932. Igual que millares de otros marineros en esa Alemania empobrecida estaba cada mañana en la fila de los que, en la puerta de la oficina de trabajo, esperaban en vano por un empleo. Se buscaban las causas de esta absurda situación, cuando existía abundancia de todo, pero los necesitados carecían los medios para adquirir lo más indispensable. ¿Por qué, se preguntaban todos, tenemos que padecer esta miseria en medio de la abundancia?
Los comunistas sabían la respuesta: ¡la culpa era de los capitalistas! Ellos inspiraban esperanza: urgía la revolución que había sido traicionada en 1919; la victoria del proletariado procuraría trabajo y perspectivas para un mejor futuro. Wolfgang se puso a leer literatura comunista y pronto quedó convencido de los argumentos comunistas: había que abolir el sistema capitalista, expropiar los medios de producción y ponerlos bajo el control de la clase obrera! Se alistó en la R.G.O. (la Oposición Revolucionaria Sindical), frecuentó las reuniones sindicales y escuchó los discursos.
Pasaron tres meses, sin que algo se moviera en el puerto de Danzig. Igual que en los demás puertos alemanes, los barcos quedaron bloqueados; obviamente la crisis iba a durar. En otoño de 1932 decide volver a Austria. Apenas regresado se inscribe al partido comunista que en el pequeño país castigado por la derrota del imperio tenía poca resonancia entre los trabajadores seducidos por la fraseología pseudorevolucionaria de Otto Bauer y de los llamados austromarxistas.
Wolfgang tenía sólo veinte años, pero estaba provisto de la experiencia de tres años de marinero y conocía la vida del trabajador. Los comunistas tenían lista la respuesta a los argumentos reformistas de los socialdemócratas; ellos propagaron las protestas y las huelgas contra las injusticias del gobierno reaccionario del canciller Dollfus.
Para Navidad de 1933 el partido organizó una manifestación contra el hambre en el mercado de un barrio obrero, a donde Wolfgang iba a exhortar a la gente a que protestara ante la desastrosa situación de las familias obreras en vísperas de la fiesta. Con un ladrillo envuelto en papel de regalo quebró la vitrina de un negocio de gansos y arrojó varias de esas aves entre los paseantes. La policía lo detuvo, y fue condenado a tres meses de cáarcel por robo. ¿Cómo se explicó el juez los motivos de este muchacho de buena familia para robar gansos navideños?
A finales de 1933 se agravó la situación política en el país, el gobierno cristiano del canciller Dollfuss movilizó el ejército y las bandas paramilitares fascistas contra las organizaciones obreras. El 12 de febrero de 1934 empezó en Linz una sangrienta refriega que pronto se extendió hacia Viena y otros lugares y que, al cabo de cuatro días, resultó en un balance de casi doscientos combatientes muertos en las calles y nueve ahorcados por los tribunales del gobierno.
Wolfgang se encontraba durante esos combates en la prisión y, al concluir su condena, fue transferido al campo de concentración de Woellersdorf, que fue instalado para detener a los numerosos enemigos del gobierno fascista. Fue liberado en la navidad de 1935 y se empeñó en vano para encontrar trabajo.
En julio de 1936 los generales se alzaron en España contra el gobierno republicano salido de las elecciones de febrero, 1936. En todo el mundo se juntaron grupos de simpatizantes de la República y millares de jóvenes acudieron en ayuda a la república española amenazada por los fascistas asistidos por Hitler y Mussolini. En noviembre de 1936 vemos a Wolfgang entre los defensores de Madrid, al lado de Hans Beimler y millares de voluntarios alemanes e internacionales; en el curso de la guerra participa en muchas batallas de esa sangrienta guerra: Jarama, Teruel, Brunete y, en julio de 1938, en la última, la del Ebro.
Es herido y evacuado hacia Francia, se instala en un modesto apartamento en Bruselas, llama a su mujer e hijo de Viena y los tres disfrutan un breve período tranquilo que termina cuando, en mayo de 1940, el ejército alemán invade Holanda y Bélgica. Empavorecidos por esa agresión, las autoridades belgas, presas de pánico, detienen a todos los emigrantes de lengua alemana y los deportan a Francia.
Un mes más tarde, el ejército francés capitula y los vencedores alemanes obtienen acceso a los campos en el sur de Francia. La Gestapo apresa a los antifascistas que en ellos detecta. Wolfgang es llevado a Viena, se le inculpa de alta traición, es absuelto, y transferido al Campo de Concentración de Dachau y de allí, como comunista y judío, al Campo de Exterminio de Gross Rosen, en Silesia (hoy Polonia). En ese infierno muere el 11 de marzo de 1942, con menos de treinta años de edad, “de insuficiencia coronaria”, según el parte oficial.
En los despojos de ese lúgubre campo una modesta lápida recuerda a los cinco miembros de las Brigadas Internacionales allí perecidos. Wolfgang Hoffmann es uno de ellos.
Perfil de Gert Hoofman escrito por Félix Población