Homenaje y placa en Salamanca a los Brigadistas Internacionales
El pasado 3 de febrero se ha inaugurado una placa situada en el jardín de la Ronda del Sancti Spiritus de la capital salmantina, en memoria y reconocimiento de los Brigadistas Internacionales que vinieron a España a defender el Orden Constitucional de la República y a luchar contra el avance del fascismo y que estuvieron presos en la cárcel del antiguo convento de las Comendadores de Santiago. Este edificio, tras la desamortización de Mendizábal, se había convirtido en cárcel hasta 1931, año en que se inauguró la Prisión Provincial de la Aldehuela. Al inicio de la guerra se volvió a abrir y a utilizarse como prisión militar por el bando de los sublevados.
La iniciativa de este homenaje ha partido de la Asociación Salmantina Memoria y Justicia y ha contado con la colaboración del Ayuntamiento de Salamanca.
El homenaje se inició el 6 de octubre de 2023, con una jornada realizada en el salón de actos del Centro de Documentación de la Memoria Histórica de Salamanca, donde se expuso el papel que tuvo el antiguo convento de las Comendadoras de Santiago como cárcel en la que estuvieron los brigadistas internacionales.
Según Julio Fernández, Presidente de la Asociación Salmantina Memoria y Justicia, allí estuvieron encarcelados 148 brigadistas, algunos de ellos permanecieron en ella más allá de noviembre de 1938, cuando las Brigadas Internacionales iniciaron su salida de España. El grupo más numeroso fue el de ingleses y escoceses, aunque llegaron a estar brigadistas procedentes de 23 nacionalidades..
El acto concluyó con el poema Nos miran, del poeta salmantino Ángel González Quesada.
Si una ciudad dibuja sus venas cardinales
y sus puntos de fuga en la memoria,
habremos de mirar desde todos los nortes
a todos los pasados.
Si hay prodigios y esquinas y lugares y citas
en esta ciudad que es centro y margen,
esta Salamanca de brillo olvidadizo,
donde negamos luz a lo que somos,
a pesar de la amnesia
tendremos que decir de los espejos:
por eso recordamos.
Hoy dejamos grabada la caricia profunda
el tributo mejor de la memoria
en estos muros secos que miraron un día
otras pupilas vivas:
las de los brigadistas que hoy nos miran
desde estos ventanales que ahora mismo nos llaman
nos reclaman…
Nuestra lealtad que vale un universo,
la nuestra la mejor la más fraterna
quiere inundar de rostros el corazón del tiempo
de quienes todavía
aquí están remuriendo hilo tras hilo…
Así que recordamos:
brigadistas del sol y de la niebla,
vasijas que en la sed de nuestra noche
bautizabais el día
cuando lo oscuro nos colmaba de diablo y pesadilla;
a vosotros, puñados de lealtad y pan caliente
hombres de mil lugares y de una sola pieza,
aventados, capaces, inasibles y presos,
prisioneros como cada palabra
que quisiera hoy liberaros
a vosotros, brigadistas,
del empeño de nuestra esperanza
que hoy todavía
vuestro aliento susurra en mitad de la cueva
de un corazón, el nuestro, que quiere desataros
de tanta deslealtad, de tanto olvido…
Si tal vez nunca os merecimos
vosotros merecéis nuestra memoria,
si os quedasteis sin manos por amasar el pan del porvenir,
sin ojos por curar nuestra ceguera, sin la vida
por este oxígeno que hoy mismo respiramos…;
también legasteis vuestro nombre
al vórtice posible de nuestra libertad,
y en un trazo de amor incandescente
fuisteis y sois volcanes vivos de consuelo.
Más allá de fusiles y trincheras
de obuses y de arengas, de uniformes,
banderas, entorchados, generales
y de imposibles autos de fe,
el valor de vivir por una causa nuestra,
de morir por nuestros pecados,
merece la lealtad interminable:
ésta que hoy intentamos,
brigadistas…
Hoy convertimos la memoria en un gesto,
recordamos sin nombre vuestra imagen, y sin número
vuestra inmensidad.
Las Brigadas Internacionales, cuya mención acerca
al corazón el pulso del abrazo
aquí, en Salamanca, febreriza y oscura año tras año,
donde miraron ellos estos muros
cual miramos ahora sus cuerpos invisibles que nos miran
y en cada destello de la historia
en cada rayo de luz en cada esquina
brillará para siempre
esta sencilla dádiva del agradecimiento
que en este otro febrero
dona la ciudad a la memoria.
Y hoy dejamos aquí para los ojos,
para que el tiempo crezca y no se acabe,
para el ajuar de la memoria y el viaje de los años,
para todos ellos que nos siguen mirando,
esta inscripción más suya que de nosotros,
esta tardía justicia, esta caricia apenas
que les nombra, brigadistas internacionales,
hombres de la libertad, lengua de lo que evocamos:
Salud, camaradas.